Daniel Lambertini presentó anoche su unipersonal “Artaud: entre el cielo y el infierno” en el Hostel El Puesto.
El espacio abrió sus puertas a propuestas culturales con la puesta, que ya tiene más de 20 años de recorrido, además de música en vivo con Delfi Saraví y músicos invitados.
En “Artaud…”, Lambertini encarna al poeta francés encerrado entre los conceptos de locura, cordura y lo que espera la sociedad de él. En una versión sin censura, el actor pone a disposición su cuerpo para canalizar a Artaud: desde los movimientos maníacos, los tironeos en el pelo y los desplazamientos en el piso, llegando a la sorpresa de que la puesta de anoche arrancó con Lambertini saliendo debajo de una mesa ya caracterizado como Artaud.
“Un loco es realmente un hombre al que la sociedad no quiere escuchar y le ha impedido que exprese algunas verdades insoportables”, dice en un momento de la obra el Artaud de Lambertini y resume así una de las grandes líneas argumentales de la dramaturgia, a cargo del mismo actor.
En su supuesta locura, Artaud coquetea con diversas expresiones culturales y religiosas. Lo hace siempre en la búsqueda de “el estado poético, un estado trascendente en la vida” y Lambertini sabe encarnar esa tensión.
En su “Artaud…” lo físico y lo intelectual van de la mano. El texto denso, profundo, es vehiculizado por el teatro físico que Lambertini conoce y maneja con experticia.
La versión de anoche del espectáculo incluyó por primera vez en sus presentaciones en Areco un desnudo. El recurso llega en el momento más álgido de la puesta y refleja a un Artaud torturado por su propia cordura, vulnerable y en lo más hondo de su viaje personal.
“Hay que desnudar al hombre y extirparle sus falsas ideas enraizadas en su cuerpo”, dice en un momento el texto de la obra y con ese pasaje les hace honor a las palabras del verdadero Artaud, adaptadas para el teatro.
Lambertini demuestra una vez más la hondura de sus puestas, que siempre invitan a reflexionar sobre la condición humana.