En una nueva conversación con Días de Areco, el médico psiquiatra Luis Giménez trató a fondo el tema de las depresiones y vinculó estrechamente el largo proceso de sufrimiento de una persona con los suicidios.

Giménez, que durante muchos años fue director del servicio de salud mental del hospital Pirovano, señaló que es posible prevenir los suicidios si se arman los dispositivos necesarios trabajando en red desde el sistema de salud, la educación, la cultura y el deporte para poder detectar a tiempo los síntomas de alarma y a partir de allí actuar de manera concreta.

¿Cómo marchan las conversaciones sobre salud mental que ha realizado durante dos miércoles en la sede ATE?

“La idea de estas conversaciones en estos encuentros de los miércoles es ayudar, no solamente a difundir el problema de los suicidios, cosa que es necesaria para crear un estado mínimo de sensibilización en la gente, sino que al mismo tiempo esta información tenga algún efecto práctico. Entonces, a través de ir mostrando o enseñando de la forma más pedagógica posible cuáles son los síntomas o los indicadores que van apareciendo en un estado depresivo para que eso sirva para que la gente pueda ayudar al vecino, al familiar o al amigo. Es por eso que trabajamos bien específicamente en lo que va apareciendo en el trastorno depresivo”.

¿Qué signos van apareciendo en estos trastornos depresivos?

“Aparecen muchas cosas pero básicamente surge un estado de tristeza que va a acompañada de otros síntomas. Aparece un estado de culpa, de mucha angustia y la persona necesita un interlocutor, busca alguien con quien hablar para compartir su estado pero también hay otro tipo de depresiones, que antes se llamaban melancolía pero que hoy se llama trastorno depresivo mayor, ahí la tristeza es muy profunda, muy intensa pero con menos manifestaciones hacia afuera porque la persona la vive de manera muy íntima, desgarradora y cuando llega al extremo podríamos decir que es como un dolor moral e intolerable. Es un estado diferente al de la culpa neurótica porque es un autor reproche, obviamente dirigido hacia él mismo hasta el punto de sentirse como inferior, con carencias y muy desvalorizado”.

Usted estudió mucho el comportamiento de pacientes con depresión…

“Mi especialidad son las depresiones y luego de un estudio muy largo detectamos algo que se denomina depresión narcisista, que es cuando la persona tiene una imagen muy devaluada de sí misma, con una desvaloración que funciona de manera callada en la evaluación clínica. Es una persona que siente que nunca va a llegar a donde quiere llegar, que no puede lograr los objetivos, como en una experiencia de frustración casi permanente que lo lleva a un estado de impotencia que es de mucho sufrimiento. Esa impotencia es como el paciente asmático al que le falta el aire y quiere respirar pero no puede, porque así es el sufrimiento que siente esta persona. El paciente hace esfuerzos pero no puede, no puede salir de esa situación hasta que entra en un colapso y siente que nunca va a poder salir. Es ahí donde puede aparecer el desenlace de tomar la decisión trágica del suicidio”.

Usted relaciona, liga el sufrimiento extremo con el suicidio…

“Sí, porque debemos entender que el suicidio es un proceso y no es como se dice habitualmente que tomó la decisión de quitarse la vida. En realidad no es una decisión sino que es una etapa trágica en un proceso de mucho sufrimiento a tal punto que no lo puede resistir y eso le quita la voluntad. En ese estado específico de pre suicidio su juicio de realidad no está funcionando correctamente porque el sufrimiento nubla, neutraliza a las otras funciones psíquicas. Los pacientes que estaban en este estado de sufrimiento no buscan la muerte, no es que querían matarse sino que estaban en un estado de mucha desesperación y no estaban en un estado de libertad psíquica como para tomar una determinación con plena racionalidad o con un principio de realidad”.

¿Se puede trabajar para prevenir los suicidios?

“Quiero recordar esta estadística que establece que por cada suicidio consumado hay 10 intentos y estos intentos se pueden prevenir armando los dispositivos necesarios. Está demostrado que se puede trabajar en la prevención de los suicidios pero es todo un trabajo de redes, desde el lugar del profesional, desde el sistema de salud y desde todos los sectores de la sociedad, básicamente la educación, los espacios culturales y deportivos que son fundamentales. Es decir, hacer una red desde todos aquellos lugares donde se establezcan relaciones y vínculos para que se puedan detectar estos indicadores o signos de alarma que comentamos en esta charla, que son factores de riesgo y a partir de allí actuar concretamente”.

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