En una entrevista a fondo con Días de Areco, Luis Giménez habló sobre del doble desamparo que sufren las mujeres que viven en un contexto de violencia familiar y de género permanente.
Durante la conversación, el médico psiquiatra expresó que es necesario comprender el problema real para hacer un diagnóstico que posibilite orientar acciones interdisciplinarias, públicas y comunitarias para abordar una situación que registra estadísticas con cifras catastróficas en el mundo y del cual San Antonio de Areco no es ajeno.
¿Cómo se puede analizar, desde el punto de vista de la salud mental, la sucesión de femicidios que se registraron en los últimos quince meses?
“Conociendo y observando estos tres episodios de violencia que terminaron en muerte de tres mujeres en los últimos quince meses vemos que estos hechos impactan por un tiempo. Pero lo que yo quiero transmitir es que hay que ir entendiendo el desamparo en el cual vive mucha gente y particularmente las mujeres que sufren una violencia permanente. Tenemos que ir pensando cómo fueron ese vínculo y esa vida previa de esas mujeres que eran maltratadas, violentadas hasta dramáticamente ser asesinadas. Para entender eso, nosotros trabajamos mucho la cuestión del desamparo”.
¿Cómo define este concepto de desamparo?
“En primera medida debemos diferenciar el desamparo de lo que es la soledad porque uno puede estar solo pero puede estar bien. Uno puede estar solo pero produciendo, escribiendo, pensando, pintando o haciendo música. En cambio el desamparo es algo mucho más interno. Es algo que la persona siente pero no sabe bien por qué lo siente. Es un estado hasta casi de vacío, de mucha angustia. Eso sitúa a la persona en un estado de mucha fragilidad porque la capacidad de reacción y su voluntad van disminuyendo. Además, cuando ese estado de desamparo está en un contexto de violencia de pareja o familiar continua debemos pensar cómo es la vida de esa persona o de estas mujeres. Si bien es un tema muy duro de hablar, tememos que hace el esfuerzo de pensar lo difícil de esas vidas y el sufrimiento que padecieron estas mujeres víctimas de una violencia hasta el punto de la muerte”.
¿Qué se puede hacer con una mujer que sufre el desamparo en un contexto de violencia familiar y de género cada vez mayor?
“Si a ese desamparo, que es un estado de sufrimiento permanente y crónico del cual la mujer no puede salir porque no puede romper ese vínculo, le agregamos que no funcionan bien las políticas públicas para prevenir esos hechos cuando sí hay maneras de prevenirlos porque está el ejemplo de otras sociedades muy conocidos, como pasa en la provincia de Entre Ríos, en Paraná por tomar un caso concreto donde sigue habiendo casos de violencia pero uno ve cómo las instituciones, la policía, los medios de comunicación reaccionan muy favorablemente. Los medios informan de muerte en el contexto de violencia de género y se ponen al frente de la visualización del problema. Hay mucha gente con inteligencia y mucha voluntad para trabajar muchísimo en conjunto con el sistema judicial y eso facilita las cosas porque la mujer tiene dónde recurrir para hacer una denuncia cuando sufre violencia de género. Si las instituciones públicas no funcionan, la mujer sufre un doble desamparo porque también sufre un desamparo institucional además de lo personal, que ya es traumático, crónico y que lo debe ir soportando como puede. ¿Entonces qué salida tiene esa mujer? Por lo tanto debemos ir presentando, planteando estos temas porque tienen un efecto muy profundo y si no los mantenemos vivos en la conversación, que implica sentarse en una mesa para expresar distintas visiones parciales, no vamos a poder armar ni siquiera un diagnóstico real de la situación”.
¿Cómo se debe hacer ese diagnóstico inicial?
“Lo que primero tenemos que hacer es una comprensión del problema atendiendo las diferentes opiniones. Esa comprensión es lo que nos va a permitir hacer un diagnóstico que debe ser intersectorial y a partir de allí veremos cuáles son las medidas, las acciones, las políticas públicas y comunitarias que se pueden desarrollar para ir combatiendo este problema pero lamentablemente siempre vamos muy desde atrás cuando vemos las estadísticas de violencia familiar que difundió Unicef son catastróficas”.