Un comentario en «Los antecedentes de la inundación: 2009, 2014 y 2015»
  1. Hace unos dias, caminando por el rio me encontre con Don Segundo.

    Viejo Verry:
    Don Segundo, mire el río, otra vez crecido. Ya van varias inundaciones este año. El pueblo anda preocupado.
    Don Segundo:
    —Verry, el río siempre fue arisco, pero antes sabía por dónde correr. Hoy anda encajonado, como potro sin campo. Le cambiaron los brazos, le cortaron las orillas pa’ meter alambrados y casas donde antes había pajonales. Así no hay cauce que aguante.
    Verry:
    Dicen que es por la lluvia, que ahora cae toda junta.
    Don Segundo:
    —El agua no tiene la culpa, Verry. Es la tierra la que ya no bebe. Antes, los montes de curupí, de espinillo y de tala chupaban el exceso y lo soltaban despacito. Hoy, con tanto desmonte y siembra, la tierra quedó pelada. El agua se enoja y se lleva todo por delante.
    Verry:
    Y los bichos, ya no se ven tanto como antes.
    Don Segundo:
    —Ni los teros cantan donde estaban sus nidos. Los juncales cortados, los sauces, talados. Cada monte que se pierde es un refugio menos pa’l bicho y pa’l alma. Yo conocí el Areco cuando el viento traía olor a pasto florido y las ranas coreaban con el río.
    Verry:
    ¿Y el gaucho, Don Segundo?
    Don Segundo:
    —El gaucho anda, pero lo tienen arrinconao. Le quitaron campos, caminos, y hasta la querencia. Donde antes había potreros, hoy hay soja y tractores que no conocen ni el relincho. El caballo, era compañero y sustento, hoy es adorno pa’l turismo. El gaucho, sabía leer el cielo, los vientos y los pastos, ahora mira el pronóstico en el celular. Lo cambiaron de rumbo, como al río.
    Verry:
    ¿Y qué cree usted que se puede hacer?
    Don Segundo:
    —Volver a escuchar la tierra, viejo. Plantar monte donde haya sombra perdida, dejar que el río respire, que los pastos vuelvan a cubrir los bajos. El hombre se olvidó de que el campo no se doma con máquina, sino con respeto. El río Areco no se pelea: se acompaña.
    Verry:
    Quizás sea tiempo de volver a mirar como ustedes miraban.
    Don Segundo:
    —Eso mismo. El gaucho sabía esperar, sabía cuidar. Cuando el hombre deje de creerse patrón del suelo, el río volverá a cantar como antes y el caballo, tal vez, vuelva a galopar libre entre los talas.

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