En los últimos años, Areco ha sufrido una serie de inundaciones que afectaron al pueblo en su conjunto y abrieron grandes debates en torno a las obras hídricas, la preparación ante las emergencias y la mitigación de riesgos. Si bien Areco sufre inundaciones desde hace décadas y durante la década del 80 se dieron fenómenos desgarradores, la crecida del 26 de diciembre de 2009 marcó un antes y un después en la historia del pueblo.
En 2009, solo el 26 de diciembre cayeron casi 140 milímetros de lluvia. La situación se complicó aún más porque en todo ese mes se acumularon casi 371 milímetros en Areco, lo que derivó en una inundación histórica que afectó directa o indirectamente a casi todo el pueblo. A las complicaciones en la zona del río se sumó la crecida en Cuenca Este, que también generó anegamientos y viviendas y comercios inundados.
El gobierno de la entonces Intendenta Estela Lennon dio una importante respuesta y tuvo un fuerte acompañamiento de la provincia, al punto que el Gobernador del momento, Daniel Scioli, recorrió junto a Lennon las zonas afectadas. Hubo casas con más de un metro y medio de agua en su interior e importantes pérdidas económicas.
La inundación de 2009 abrió también un período de discusión acerca de las obras necesarias para tratar de mitigar las crecidas. Durante meses el tema se debatió en verdaderas asambleas abiertas en el Concejo Deliberante que alcanzaron momentos de tensión entre inundados, municipio y representantes de provincia y nación. Finalmente, los debates derivaron en la confección del plan de manejo hídrico del río Areco a manos de la consultora Serman. El estudio fue entregado en 2011, en el tramo final del gobierno de Lennon, y recomendaba la construcción de una serie de aliviadores en el Puente Viejo, el Puente Gabino Tapia, el puente sobre Ruta 41 y de retenciones aguas arriba.
Se limpiaron las costas del río, se concretó el aliviador del Puente Gabino Tapia y estaba en construcción el del Puente Viejo cuando la inundación volvió a golpear a Areco. Los primeros días de noviembre de 2014, en vísperas de un nuevo festejo por el Día de la Tradición, se acumularon más de 180 milímetros en pocos días y el agua volvió a invadir el pueblo.
Cuando parecía que las cosas volvían a la normalidad y tras un importante operativo de limpieza de las viviendas afectadas, en agosto del año siguiente la historia se repitió. El 10 de ese mes cayeron casi 167 milímetros en un solo día y el acumulado de agosto alcanzó la alarmante cifra de 353 milímetros. De nuevo el hospital aislado, las clases suspendidas, el centro de evacuación en el Gimnasio Saigós y las viviendas de los barrios más cercanos al río con gran cantidad de agua en su interior.
El entonces Jefe de Gabinete de la nación, Jorge Capitanich, y el director de ANSES, Diego Bossio, llegaron a Areco para recorrer la ciudad junto al entonces Intendente Durañona, que atravesaba la segunda gran inundación de su gestión.
A medida que la crecida bajó y se retomaron las actividades normales, el Municipio se esforzó por mostrar que Areco estaba en buenas condiciones y en fomentar así la vuelta del turismo. Llegó incluso a organizarse una jornada especial para medios y periodistas para mostrar la situación:
Para la inundación de 2015 ya estaba en plena ejecución el plan de la consultora Serman, que se frenarían en 2016 tras la llegada de Mauricio Macri a la Nación y de María Eugenia Vidal a la provincia. Con el apoyo local de Juntos por el Cambio, se dieron de baja las obras de ensanche del río en la zona urbana que estaban a punto de comenzar y las retenciones río arriba. En cambio, la gestión de Vidal decidió encarar en los últimos meses de 2019 un ensanche del río aguas abajo que comenzó sin los permisos correspondientes y trastocó la continuidad de todas las intervenciones.
Tras un período de importante sequía, este 2024 encuentra a nuestra ciudad con la obra de ampliación del puente sobre la 41 en plena ejecución, dentro del marco de la transformación de esa arteria en autovía, y con el ensanche aguas abajo todavía trabado porque la provincia debió avanzar con expropiaciones de campos para hacerlo posible, ya que había empezado sin los permisos correspondientes.
Hace unos dias, caminando por el rio me encontre con Don Segundo.
Viejo Verry:
Don Segundo, mire el río, otra vez crecido. Ya van varias inundaciones este año. El pueblo anda preocupado.
Don Segundo:
—Verry, el río siempre fue arisco, pero antes sabía por dónde correr. Hoy anda encajonado, como potro sin campo. Le cambiaron los brazos, le cortaron las orillas pa’ meter alambrados y casas donde antes había pajonales. Así no hay cauce que aguante.
Verry:
Dicen que es por la lluvia, que ahora cae toda junta.
Don Segundo:
—El agua no tiene la culpa, Verry. Es la tierra la que ya no bebe. Antes, los montes de curupí, de espinillo y de tala chupaban el exceso y lo soltaban despacito. Hoy, con tanto desmonte y siembra, la tierra quedó pelada. El agua se enoja y se lleva todo por delante.
Verry:
Y los bichos, ya no se ven tanto como antes.
Don Segundo:
—Ni los teros cantan donde estaban sus nidos. Los juncales cortados, los sauces, talados. Cada monte que se pierde es un refugio menos pa’l bicho y pa’l alma. Yo conocí el Areco cuando el viento traía olor a pasto florido y las ranas coreaban con el río.
Verry:
¿Y el gaucho, Don Segundo?
Don Segundo:
—El gaucho anda, pero lo tienen arrinconao. Le quitaron campos, caminos, y hasta la querencia. Donde antes había potreros, hoy hay soja y tractores que no conocen ni el relincho. El caballo, era compañero y sustento, hoy es adorno pa’l turismo. El gaucho, sabía leer el cielo, los vientos y los pastos, ahora mira el pronóstico en el celular. Lo cambiaron de rumbo, como al río.
Verry:
¿Y qué cree usted que se puede hacer?
Don Segundo:
—Volver a escuchar la tierra, viejo. Plantar monte donde haya sombra perdida, dejar que el río respire, que los pastos vuelvan a cubrir los bajos. El hombre se olvidó de que el campo no se doma con máquina, sino con respeto. El río Areco no se pelea: se acompaña.
Verry:
Quizás sea tiempo de volver a mirar como ustedes miraban.
Don Segundo:
—Eso mismo. El gaucho sabía esperar, sabía cuidar. Cuando el hombre deje de creerse patrón del suelo, el río volverá a cantar como antes y el caballo, tal vez, vuelva a galopar libre entre los talas.