Isaías Maiola, miembro de la banda Chaco Boreal, habló con Días de Areco de la propuesta de la agrupación, que fusiona géneros diversos y juega con el uso de pistas y la música en vivo.
Chaco Boreal está integrada por Maiola y Rochi Gasparini en vientos, Manu Monserrat en bajo y Lucho Scarano y Néstor Mahmud en percusión.
“Chaco Boreal permitió jugar a armar lo que sea, mezclar un montón de ritmos, invitar a un montón de gente a participar y combinar géneros. Tomamos por ejemplo un tema súper melancólico de Radiohead, de un disco que me había prestado mi primo hace mil años, y en la pandemia escuchándolo en el camino de tierra que va al Parque, dije ‘esto es una re cumbia’. Entra dentro de una cumbia y a su vez de un huaino. Me parece muy gracioso y hasta una postura política tener a Tom Yorke de Radiohead cantando arriba de un huaino”, explicó Maiola.
Chaco Boreal arrancó hace poco tiempo…
“Estamos todo el tiempo tratando de subir la vara con nosotros mismos para ver qué sale. Es una banda bebé, tiene un año nada más y siempre está evolucionando con integrantes nuevos. Hace poco está Manu Monserrat en el bajo, el último que se sumó, así que estamos en pleno crecimiento. Es muy nuevo también para nosotros el estilo mismo, se va armando en el camino y se termina de cerrar cuando la gente sale a la pista”.
En sus temas confluyen elementos que uno pensaría no van tan bien juntos: folclore, sintetizadores, sampleos…
“En ‘Chisporroteo’, por ejemplo, mezclamos un montón de folclore peruano con jazz, algo de música más indie y sintetizadores. No deja de ser un chiste y hasta una agresión a ciertos géneros: buscar canciones en seis octavos que nos gustan un montón y no se suele escuchar mucho, mezclar la sencillez de pocos acordes, que esté todo ligado al ritmo y tratar de volcar encima acordes muy complejos de jazz. Jugar con esas tres puntas de sintetizadores indies, la percusión africana y la simpleza de lo que pide lo bailable con un toque de complejidad erudita, un poco para molestar. Logramos que la gente haga pogo con Bill Evans, músico de jazz”.
¿Esa elección tiene que ver con el trayecto de los artistas de Chaco Boreal?
“Venimos de muchos palos diferentes. Yo quizás venía muy pegado al rock, a escuchar Los Redondos, y de ahí a chocarme con La Delio Valdez, con el under de Buenos Aires. Pasé mucho tiempo tocando con Eric Mandarina pasando del under a escenarios más grandes y viendo trabajar a gente que sabe muchísimo. Está bueno ver desde adentro cómo cocinan un disco más allá de que uno no está a la altura. Eso deja las ganas de aprender, de buscar el error, lo raro, y arriesgarse y si sale mal, perdonen”.
Han tocado varias veces en el Galpón Chamico este año…
“El Chamico está abriéndose a un montón de cosas y mucha gente nueva que va se sorprende. Sabemos que es complicada la difusión porque tenemos que estar disputando un espacio que desde el Municipio se niega y se tiene una política completamente arbitraria para las expresiones culturales que traba un río de creatividad. Siento que parte de lo que no escucho de folclore por ignorancia, un poco viene de esto, de asociarlo a esa traba. Son cosas a las que podés acceder desde lugares diferentes y no son incompatibles, es una fiesta la chacarera”.