En una muy interesante conversación con Días de Areco, el médico psiquiatra Luis Giménez habló de la depresión, de su asociación con los traumas y los suicidios y su repercusión en el comportamiento de una sociedad como la argentina.

El médico, que es especialista en salud pública, afirmó que la manera de abordar la depresión es hablando del tema y tratando de ponerse en el lugar del paciente que sufre una enfermedad que es prevalente en el mundo.

¿La depresión es el principal problema de salud en el mundo?

“Muchos médicos sanitaristas están sorprendidos porque la depresión ha pasado a ser el primer problema de salud en el mundo y más aún en sociedades vulnerables, frágiles y traumatizadas como la argentina. Entonces un abordaje solamente individual con el paciente no alcanza por la gran magnitud que ha tomado el problema y es necesario armar programas de salud pública”.

¿Por dónde comienza ese abordaje?

“Primero debemos comprender a fondo de que se trata el problema depresivo. Ese es uno de los grandes temas de la psiquiatría desde hace siglos y es entender por qué sufre tanto el paciente con depresión porque realmente sufre mucho. Es muy difícil, aunque necesario, ponerse en el lugar del paciente debido a ese sufrimiento y en el extremo están lo que se llaman las depresiones melancólicas en las que el paciente tiene un sentido de autoreproche hasta sentirse una mala persona que es imposible de soportar. Claro que este es un caso extremo que hasta puede terminar en el suicidio”.

¿Por qué aparece el tema de suicidio?

“El suicidio es un tema que está asociado a la enfermedad depresiva. La otra vez hablamos de los sectores más vulnerables de la población, que son los niños y los adolescentes. Lamentablemente vemos que la depresión comienza cada vez a edad más temprana y podemos agregar que la segunda causa de muerte entre los adolescente es el suicidio. Es terrible lo que estoy diciendo pero es lo que está mostrando la realidad de los estudios epidemiológicos. Es un tema muy sensible que es necesario hablarlo pero con mucha prudencia”.

¿Por qué es necesario hablar de la depresión y de los suicidios?

“La única manera de poder meternos en estos problemas para abordarlos es que el paciente se sienta escuchado y acompañado. La forma es poder hablarlo. Además también asociado a esto está el tema de los traumas”.

¿Qué papel juegan los traumas que usted menciona?

“Nosotros vemos que en una cantidad de casos de depresión hubo traumas y abusos en la infancia y en la adolescencia del paciente. Por lo general eso queda como silenciado porque el niño o la niña no encontró con quién hablarlo o aún peor, la persona que buscan para hablar del trauma no sabe cómo reaccionar ante esa cosa tan terrible que es el abuso. Entonces, cuando se juntan la enfermedad depresiva con antecedentes de abuso en la infancia y con momentos de crisis, que toda adolescencia tiene, es ahí donde el riesgo de suicidio está muy próximo. Es por eso que desde el punto de vista de la salud pública es necesario hablar de estos temas”.

¿Cómo se manifiesta la depresión en un paciente adolescente?

“Básicamente la enfermedad depresiva abarca tres campos: el afectivo y  el de las emociones, el cognitivo, es decir la capacidad de pensamiento y en la voluntad. ¿Qué vemos en los pacientes depresivos? Que generalmente hay un estado de mucha tristeza, de mucha apatía, de pesimismo, de culpa que les impide tener con el otro una relación más o menos normal. Eso se va profundizando a medida que pasa el tiempo y se marca en su autoestima”.

¿La depresión es un problema solamente individual o tiene repercusiones en el comportamiento colectivo de una sociedad?

“Esto nos sitúa en algo que está pasando en el mundo y que la pandemia profundizó que es un estado de cierta incomprensión, de no saber qué es lo que pasó y si se va a repetir. Este nivel de incertidumbre individual y social – colectiva produce una fragilidad en la estructura psíquica.  Cuando sobre eso impactan otros aspectos, como pasa en la Argentina de manera crónica, el estado de stress, de sufrimiento, de malestar se vuelve crónico. Es por eso que vemos como grandes sectores de la sociedad no ven una salida y se van resignando”.

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