El domingo, Rivadavia le ganó 3 a 1 a Huracán en un partido correspondiente al repechaje del Torneo Clausura 2022 y en semifinales se enfrentará con San Patricio.

Una vez más el equipo de Diego Menconi mostró una gran capacidad de reacción anímica y futbolística para revertir un comienzo adverso y lleno de dudas hasta transformarlo en un triunfo nítido e inobjetable.

Nuevamente debemos apelar al mismo concepto al que ya recurrimos en otras ocasiones para entender lo que ayer vivimos en el centenario Estadio Enrique Fitte: mística, como el término justo para definir una fuerza interior que nace desde el fondo de la historia de Rivadavia, también centenaria, que le permite mantenerse en pie cuando parece que está a punto de derrumbarse. Pero además, ante el Globito, tuvo una cuota de fútbol ofensivo que por momentos rozó lo brillante cuando se encontraron cerca del arco rival el fenomenal Joaquín Hernández, el zurdo Alejandro Luque y el muy criterioso Laureano Leguizamón para armar jugadas de notable calidad. A ellos tres se les sumó Valentín Griguelo, resuelto y vital para acompañar desde cualquiera de las dos bandas.

La actuación del elenco de la avenida Vieytes fue de menor a mayor hasta redondear en el complemento un rendimiento muy sólido. Al principio le costó acomodarse en defensa, tardó en encontrar las posiciones y las marcas, por eso sufrió un arranque de Huracán muy interesante que inclusive le permitió ponerse en ventaja. Pero después de los 20 minutos pasó el temblor y comenzó la reacción, el vuelco en el desarrollo del juego que cobró gran intensidad ante la atenta mirada de más de 550 espectadores que colmaron las tribunas en una tarde primaveral.

Lentamente Leandro Camino, ya recuperado de una lesión en la rodilla, hizo sentir su presencia en el círculo central. El volante de General Rodríguez contó con la generosa colaboración del incansable Nicolás De Renzo. A los 22’, Hernández empató con la certera ejecución de un penal y a partir de entonces cambió definitivamente el rumbo de la contienda porque los experimentados Luis Romero y Juan Menconi se fueron afirmando en el centro de la zaga, porque Román Sánchez aportó su rigor en el lateral derecho y porque Luque, que se fue más de punta, anotó el 2 a 1 a los 37’ coronando una gran maniobra que armó con Hernández.

El segundo tiempo fue todo de Rivadavia, de principio a fin, porque se agrupó muy bien en su campo, cubrió espacios, acertó en los anticipos, hizo circular la pelota con limpieza, generó peligro de contragolpe (por esa vía Hernández marcó el tercero a los 28’) y tuvo el respaldo de Ramiro Ciaffardini que directamente clausuró su arco con unas cuantas intervenciones en las que demostró sus grandes condiciones.

Sin exagerar, en esos segundos cuarenta y cinco minutos el cuadro panzanegra ofreció su mejor producción en lo que va del certamen porque mostró equilibrio, orden táctico, funcionamiento conjunto y desnivel individual para construir una victoria que no admite ningún tipo de discusiones.

¿Huracán? El Globo jugó un poco más de un cuarto de hora que entusiasmó a sus hinchas pero después se fue desinflando como le pasó otras veces en esta misma temporada hasta desdibujarse por completo.

En el tramo inicial tuvo dinámica, movilidad, vitalidad porque es un cuadro que necesita correr para hacer su juego. Durante ese puñado de minutos Facundo Filipelli desbordó por derecha. Lucas Petit pudo repartir la pelota como un 5 adelantado. Ismael Gaona despachó zurdazos envenenados desde el lateral izquierdo y Tomás Risso (autor del 1 a 0 a los 13 minutos) fue realmente imparable.

Pero después el conjunto de Juan Rivero se fue apagando porque no pudo sostener el ritmo, bajó sus revoluciones, cedió la mitad de cancha, perdió la propiedad de la pelota, no logró absorber el repunte de Rivadavia y exclusivamente dependió de lo que pudiera hacer Risso.

En la segunda etapa jamás encontró la fórmula para inquietar a Ciaffardini. Joaquín Sills (que terminó expulsado sobre la hora) intentó organizar la salida desde la última línea. Mateo Monserrat empujó con su garra habitual. Filipelli siguió picando por los costados peros sus avances, eso avances y no ataques, fueron monocordes, lentos, aspecto que no pudo modificar el ingreso de Pedro Basombrío y ni siquiera consiguió acortar la diferencia en el marcador cuando tuvo a disposición un penal que el arquero de Rivadavia le atajó a un Risso también quebrado espiritualmente.

A decir verdad nos habíamos entusiasmado con la muchachada de la Plaza Gómez, con su fútbol pujante, intenso y combativo que le permitió tener puntaje ideal en las primeras cinco fechas. ¿Qué pasó después? Rivadavia le dejó sin invicto. Empató con San Patricio en un encuentro emotivo que pensamos que lo iba a tonificar. Perdió con Robles en una cancha complicada. Con la clasificación asegurada igualó con Unidos en 90 minutos bastante flojos y ahora la despedida tras caer sin atenuantes en el clásico más antiguo de nuestro fútbol.

En su intimidad, el calificado plantel rojinegro y su buen entrenador tendrán que buscar las respuestas correctas de cara al futuro.

Rivadavia: Ramiro Ciaffardini (8); Román Sánchez (6), Luis Romero (6), Juan Menconi (6) y Manuel Achetta (6) (reemplazado por Nahuel Gutiérrez); Nicolás De Renzo (6), Leandro Camino (7), Valentín Griguelo (7) y Laureano Leguizamón (6) (sustituido por Tomás Martínez); Alejandro Luque (7) (más tarde Genaro Rios) y Joaquín Hernández (8). DT: Diego Menconi.

Huracán: Juan Cicarella (5); Mateo Monserrat (6), Matías Rios (5) (luego Tomás Guevara), Joaquín Sills (6) e Ismael Gaona (6); Facundo Filipelli (6), Nicolás De Felice (5), Lucas Petit (5) (más tarde Michael Duffaur) y Ramón Basombrío (5) (más tarde Pedro Basombrío 5); Luciano Gómez (6) y Tomás Risso (7). DT: Juan Rivero.

Goles: 13’ Risso (H), 22’ de penal y 73’ Hernández (R) y 38’ Luque (R).

Juez: Luis Flores.

Expulsado: 90’ Sills (H).

Público: 550 personas.

La Figura: Joaquín Hernández (8) de Rivadavia.

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