Anoche, el Galpón Chamico recibió a una importante cantidad de público para compartir los shows de las bandas locales Mental Delta y Chaco Boreal y la participación especial de Yugoslavia.

La fusión de estilos y los aires de distintos ritmos uniéndose para generar nuevos paisajes musicales fueron el hilo conductor de la propuesta. El arranque estuvo a cargo de Metal Delta, que hizo un repaso de algunos de sus clásicos como “Goza la cosa”, “La Dulce Espera” y “Bossarón”.

Hacía exactamente un año que la agrupación formada por Tomás Lecot, Emanuel Derenzo, Walter Ratto, Lucho Scarano y Tomás Araguz no se presentaba en vivo. Su último show había sido también en el Chamico, en diciembre de 2021 y anoche, como en esa ocasión, incorporaron elementos teatrales: Silvio Menconi los acompañó con una performance para el tema “Hirochina”.

A pesar de no haber hecho shows en un año, Mental Delta mantiene intacto su toque. Prolijos en el despliegue musical, sabedores de cómo movilizar al público tras más de una década de tocar juntos, sus artistas son garantía de disfrute.

Después de Mental Delta fue el turno de Yugoslavia. La banda, integrada por Martín Esconjaureguy (Voz), Gabriel Giulietti (bajo), Marilina Sánchez (acordeón), Lucas Di Pasquo (batería), Manuel Saravia (guitarra) y Diego Cagide (guitarra), tiene un sonido más tradicionalmente roquero con claras influencias de los Redondos y del rock barrial.

Su presentación en el Chamico llegó después de varios años de pausa en su producción musical. Anoche, Yugoslavia ofreció un set de casi una hora, con importante despliegue de energía y entusiasmo.

Finalmente, el plato fuerte de la noche, ya entrada la madrugada, fue Chaco Boreal. La agrupación liderada por Isa Maiola junto a Rochi Gasparini, Manu Monserrat, Néstor Mahmud y Lucho Scarano, hizo bailar al galpón con su inteligente fusión de ritmos y samples que normalmente pareciera que no funcionarían en conjunto.

La propuesta de Chaco se consolida show tras show: instrumentos en vivo combinados con pistas que llegan a unir ritmos folclóricos con referentes del jazz y del rock internacional, en una fórmula que invita a bailar. Si algo deja claro Chaco, es que la música no tiene límites y los géneros son solo formas de identificación, no demarcaciones que impidan la experimentación y la fusión.

Con este show, el Chamico va cerrando un 2022 en el que se abrió a nuevas expresiones artísticas y durante el que, más allá de inconvenientes y traspiés, se siguió consolidando como el espacio de la cultura local.

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