En una conversación profunda con Días de Areco, Luis Giménez explicó la manera en que el neoliberalismo generó conductas crueles y violentas mediante la creación de un sentido común que justifica desde un punto de vista ideológico las desigualdades económicas y sociales.

Según dijo el médico psiquiatra, la educación y el fortalecimiento de los lazos afectivos entre las personas es la manera de vencer estas conductas y que la Argentina ha mostrado varias veces una gran capacidad de reacción ante situaciones extremas y de crisis de valores éticos y morales como las que profundiza este neoliberalismo tardío que nos toca vivir.

¿El neoliberalismo hizo cambios muy profundos también en la estructura psíquica de las personas?

“El neoliberalismo es un término que hay que entenderlo en el sentido de cómo fue trasformando la estructura económica del mundo y la estructura psíquica de las personas. El neoliberalismo no solamente modifica la estructura laboral, es decir que los trabajadores van perdiendo derechos y van quedando como una reserva de mano de obra que se va a utilizar de acuerdo a la conveniencia de los poderosos sino que al mismo tiempo produce modificaciones en la estructura psicológica”.

¿Cómo procede el neoliberalismo para generar estos cambios estructurales?

“Este neoliberalismo va introduciendo lo que se denomina como un sentido común que habla de meritocracia, de los vagos, de los que no quieren trabajar, pero lo hace para justificar desde un punto de vista ideológico la desigualdad creada en un nuevo mundo donde reina. Este neoliberalismo modificó la estructura social y penetró en las instituciones pero también lo hizo con la estructura psíquica porque apoyada en una caída de los valores morales y éticos fue produciendo lo que se llama un vaciamiento psíquico. En general la gente, los ciudadanos, las sociedades van perdiendo determinados parámetros morales y éticos relacionados con la convivencia, con el amor, con el respeto por el otro. Vemos cómo los vínculos interpersonales, humanos, se van debilitando porque cada vez estamos más en contacto con una pantalla, sea de un celular o de una computadora, y se va perdiendo el escucharse, el mirarse, el sentirse. Es por eso que nuestro psiquismo empieza a funcionar de otra manera”.

¿Qué consecuencia tienen en las personas y en la sociedad estos cambios?

“Esto fue debilitando el vínculo humano, que es algo muy importante y fue reemplazado por estas nuevas formas de relacionarse con los demás. ¿Esto qué genera? Que al no reconocer a los demás, al prójimo, al otro como un igual a mí, se va produciendo un estado de deshumanización y no estoy exagerando con el término. Esto es al punto tal que el otro pasa a ser casi una cosa. El otro ya no es una persona. No reconocer al otro como un humano, con todos sus derechos, es un comportamiento cruel que se va naturalizando. Ese es el otro gran problema de esta etapa de la historia que hemos denominado como neoliberalismo o como lo definen algunos pensadores, un neoliberalismo tardío: la naturalización de estos comportamientos crueles y violentos”.

¿Cómo son estos comportamientos crueles y violentos?

“Estamos en una situación en la que muchas personas, producto de sus sufrimientos, de un trauma, de este vaciamiento subjetivo, psicológico, no tienen freno y llegan a comportamientos violentos que por ejemplo terminan en femicidios. Esto nos permite entender por qué vivimos en una sociedad violenta pero afortunadamente vemos que los argentinos tenemos capacidad de reacción”.

¿Cómo es esa capacidad de reacción de la sociedad argentina?

“La sociedad argentina es muy interesante por su capacidad de resistencia, de organización y por ponerse metas y proyectos, cosa que vamos viendo en diferentes momentos de la historia. Conocemos la aparición de estratos invisibilizados pero que salen a la luz en determinadas circunstancias tan precisas y exactas que nos sorprendemos. Hay mucho de esto en la historia Argentina. Una manera de poder combatir estos comportamientos violentos es con la educación. Otra es involucrase, que implica salir de este individualismo, de esta naturalización de la crueldad, de la violencia para encontrarnos porque el tema del encuentro y de fomentar los vínculos hace que empecemos a recorrer un camino opuesto. Se trata de vencer esa naturalidad de la violencia con mejores vínculos, con encontrarse, con poder mirar al otro y escuchar sus razones. En esto el docente, el educador, cumple una gran función porque tiene un ida y vuelta permanente con sus chicos, con sus alumnos y esa es una de las maneras. Por eso es que debemos tener políticas públicas en educación fuertes, con buenos recursos y buena financiación. Para ser más concreto: cuando yo salgo de mi individualismo y logro conectarme con el otro, veo al otro, lo reconozco, lo miro como un humano, me doy cuenta que es igual a mí. Ese es el único camino para derrotar a estos comportamientos violentos reinantes en el neoliberalismo”.

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