En una entrevista muy interesante con Días de Areco, el médico psiquiatra Luis Giménez planteó la necesidad de recuperar la memoria de los pacientes y de las comunidades que viven en un estado de apatía para poder generar una nueva verdad que les permita conseguir la estima necesaria para construir un futuro a partir de su propia identidad personal y colectiva.

A lo largo de la charla, el especialista en salud pública señaló que es imperioso apuntar a construir una sociedad con un mayor desarrollo humano donde podamos reconocernos y aceptarnos a partir de una verdad donde todos somos iguales y tenemos los mismos derechos.

¿Se puede pensar el mundo, la Argentina y el San Antonio de Areco actual a través de la salud mental?

“Hay que buscar ideas nuevas para pensar este mundo tan difícil, tan desigual, con tanto sufrimiento en el que vivimos. Por eso quiero hablar no solo de ideas sino también de algunas acciones concretas a partir de la cuales podemos hacer algún trabajo. Hace 40 años que me dedico a esta profesión y fui escuchando a mucha gente, no solo a mis pacientes porque también me dediqué a organizar programas comunitarios con actores sociales y grupos humanos importantes. Eso me permitió seguir aprendiendo y entender lo más profundamente posible qué es lo que pasa con la gente, con su sufrimiento y de qué manera se puede salir de esa situación que podríamos llamar de resentimiento, de depresión o de autoagresión”.

¿De qué manera se puede trabajar estos estados mentales tanto en lo individual como en el plano social?

“Hay alternativas para esto, tanto desde lo individual como desde lo colectivo, para desarrollar diferentes movimientos que le aportan al paciente o a los grupos comunitarios nuevas herramientas para salir de ese estado que inicialmente es de resignación. Vivimos en una sociedad tan desigual que lleva a un estado de frustración y de resentimiento que dificulta las ganas de luchar por una comunidad mejor pero a la par somos unos cuantos los que no nos resignamos a abandonar esa lucha. Hay necesidades humanas que no son contempladas al punto de generar un estado de crueldad por parte de ciertos sectores sociales minoritarios que hasta gozan con el sufrimiento de los otros. Es decir que existe una crueldad con perversión y eso no lo podemos permitir. ¿Pero cómo enfrentamos esto?”.

¿Justamente, de qué manera se puede enfrentar esta crueldad con perversión que usted menciona?

“Trabajando con aquellos que sufren para poder salir de este estado de dominación que tiende a deshumanizar a las personas que viven una situación de vacío interno, generado por un trauma tan insoportable que se necesita hacer algo para no seguir padeciendo eso. Además hay una penetración de determinados contenidos conceptuales que producen nuevos sentidos en la vida de las personas y ese vacío se llena con otras creencias. Muchas personas llegan a creer en ciertas verdades que no son tales al punto que quedan en un estado de fragilidad psíquica muy importante y además rellenado por contenidos que no son verdaderos pero que igualmente se los creen. Esto lo vemos en pacientes depresivos que van entrando en un estado de apatía, de desinterés y de falta de voluntad”.

¿Cómo es el proceso de ese trabajo lento?

“Tenemos que trabajar sobre dos grandes puntos centrales, con una mirada no solo psíquica sino también social, que son la memoria y la verdad. Me refiero a la memoria porque se va trabajando con la persona sobre esa memoria que ha sido debilitada o desestructurada. Actualmente los sectores dominantes prefieren que no haya historia, que no sepamos nada de nuestro pasado, que no pensemos en nuestro futuro y que vivamos en un presente permanente. Lo que debemos hacer es trabajar el pasado para ir reconectando, haciendo lo que en términos técnicos se llama religazón de aquellas estructuras o redes psíquicas que fueron desestructuradas por los traumas y por la depresión. Hay que rescatar los momentos de la historia personal donde sí hubo cosas importantes, de mucho valor, relacionadas con la identidad del paciente, de una comunidad y de una nación para que se reconecte con sí mismo. Es un trabajo cognitivo, de reelaboración que permite lograr un estado mental diferente porque toma conciencia de que en su interior había valores pero que habían quedado olvidados, reprimidos o desmentidos por la depresión”.

Habló de dos conceptos: memoria pero también señaló la verdad…

“Este trabajo le permite a la persona tener ideas nuevas e ir armando un proyecto porque se trata de pasar de un estado de apatía, de desvalorización, a otro que permita proyectar un futuro. A este proceso lo podemos llamar como de liberación, que es un acto, un pasar hacia adelante, un ir al frente en el que el paciente logra un mayor grado de humanidad. Esto cambia sustancialmente los niveles de sensibilidad porque se van logrando varios objetivos apuntando a una sociedad con un mayor desarrollo humano donde podamos reconocernos y aceptarnos todos. Todos somos iguales, todos tenemos los mismos derechos y ese debe ser el piso básico para después diseñar, planificar las políticas públicas necesarias. Las personas, la comunidad debe tener una verdad por la cual luchar, para ir adelante y nosotros debemos encontrar nuestra verdad actualizada”.

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