Ayer, el Centro Deportivo San Patricio realizó la fiesta de cierre de la temporada deportiva 2022.

El encuentro tuvo como escenario el predio de la costanera del Río Areco y reunió a  la familia de los que componen el día a día de una institución que crece de manera sostenida: hockey, fútbol (en sus versiones masculinas y femeninas) con sus categorías infantiles, sus divisiones inferiores y los mayores que son la meta final de un extenso recorrido formativo. Jugadores, profesores, entrenadores y dirigentes que le dan forma a la vida cotidiana de un club que cada año le entrega una medalla con un trébol (la imagen que afirma una identidad y una pertenencia) a los que culminan una etapa como infantiles y hacen su ingreso “a la cancha grande”.

Como en todo acontecimiento social-deportivo de este tipo, hubo lugar para las distinciones especiales que en este caso tuvieron como destinarios a los integrantes de la Categoría Sub 13 y de la Sub 17 Femenina, flamantes campeones de los torneos que organizó la Liga Deportiva. Ellos son parte de un mañana con pronóstico auspicioso.

Un tramo de la noche, dedicado a la historia de la entidad, alcanzó el mayor pico emotivo cuando subieron al escenario los campeones de 1989, los primeros que dieron una vuelta olímpica oficial vistiendo los colores que supo imaginar y popularizar Roberto Brady a mediados de la década del 60.

El momento de la mención a los jugadores fallecidos, Emilio Camarota y Pascual Chacón, que estuvieron representados por sus familiares, tocó la fibra más íntima de los presentes pero la emoción más profunda fue cuando la madre, la esposa, la hermana y los hijos de Enrique Idiart se acercaron a una tarima repleta de grandes glorias de nuestro futbol como Oscar Di Santo, Salvador Direnzo, Martín Maggio, Roberto Rozzolino, José Gasparro, Jorge Heredia, Oscar Muzzi, Adrián Godoy, Gustavo Blanco, Julio Márquez, Gustavo Davico, Luis Lanzone, Juan Pablo Taddeo y Mario  Fagnani entre otros. Enrique tiene reservado un lugar de honor en la historia de San Patricio, ubicado prácticamente al lado del mítico Roberto Brady, porque entendió como pocos su legado y a lo largo de sus cortos 41 años hizo de todo: fue jugador, director técnico, soldado raso en los primeros pasos, dirigente con fuerte predicamento en épocas muy difíciles y un presidente ejemplar que extendió su prestigio, indiscutido y agigantado con el paso del tiempo, a la conducción de la Liga Deportiva, puesto en donde lo encontró su temprana muerte, registrada el 5 de diciembre de 1999.

(Agradecemos el aporte de fotos de Manuel Caamaño)

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