Días de Areco repasó con Leonardo Sorchilli un hecho histórico para la política local: el triunfo electoral del peronismo del 14 de mayo de 1995 que permitió la llegada a la intendencia de Roberto “Beto” Sorchilli, su padre.

En la entrevista, Sorchilli hijo habló sobre la unidad del peronismo, los grupos de trabajo, de la convocatoria a vecinos extrapartidarios y del rol fundamental que cumplió la militancia, aún en los momentos más críticos de esa convulsionada época.

El triunfo del peronismo en las elecciones del 14 de mayo de 1995 fue un momento histórico para la política local…

“Ese fue un momento histórico, emocionante e irrepetible. Veníamos de 12 años de dominguismo pero con la lamentable muerte de Tito al peronismo se le abrió una posibilidad y mi papá supo interpretar eso y la gente lo eligió. Beto se lanzó como candidato en 1994 en una mesa del viejo Bar Tokio porque hacía campaña desde ahí. También estuvimos en el local de la UOM en la calle San Martín, en la casa de Nelly y Olinda Ratto, que nos albergaron durante unos meses hasta que logramos abrir el Centro de Estudios Comunitarios Justicialista Orlando Pellegrini en la calle Moreno, frente al Prado Español”.

¿Cómo fue ese proceso previo a la victoria de mayo?

“Me acuerdo que primero se formó el Partido Justicialista. Mi padre fue el Presidente junto a muchos otros compañeros y luego empezó a trabajar en la candidatura. Se convocaron a comisiones y grupos de debate, discusión y trabajo. Fue una época muy linda, con cierres de campaña multitudinarios, emocionantes. Recuerdo que hicimos dos, uno en Villa Lía con la presencia de Juan José Mussi y otro en el Prado con Rafael Romá y el Negro Díaz Bancalari”.

Beto había logrado unir a gran parte del peronismo detrás de su proyecto político – electoral…

“Siempre fue difícil unir a todo el peronismo porque muchas veces quedan broncas contenidas o heridas que no se cierran. Después uno reflexiona y se da cuenta de que tenemos que estar juntos porque si no, no llegamos a nada. Yo interpreto que cuesta mucho unir a todas las fracciones del peronismo pero que no es imposible. Hay que trabajar en ese sentido”.

También convocó a dirigentes y vecinos que no eran peronistas…

“Sí, y para eso convocó a mucha gente que no era peronista. Inclusive participaron personas que estaban relacionados con otros partidos políticos y que no tuvieron inconvenientes en sumarse al proyecto. Mucho gente creyó en el proyecto político de mi papá y es por eso que ese 14 de mayo de 1995 fue tan emocionante. Quiero aclarar además que como familia siempre estuvimos al lado del viejo”.

En 1995 la militancia peronista cumplió un rol fundamental…

“Tenemos que partir de la base que Beto era un militante y tuvo la oportunidad, mediante un gran sacrificio, de formarse políticamente. No hay dudas que mi viejo tenía sus limitaciones porque solo tenía sexto grado, pero no tuvo ningún reparo en convocar a gente para armar su gobierno. Pero claro, en ese proceso tuvo una impronta muy fuerte la militancia. Mi papá era un apasionado de lo social, atendía  los problemas de la gente, trataba a todos de igual a igual y eso sirvió mucho.  Hasta el día de hoy hay muchos vecinos que lo tienen presente en el recuerdo”.

Esa militancia peronista lo continuó acompañando a Beto en los momentos políticos más difíciles, en las horas más críticas de su gobierno pero sobre todo de su salud…

“Hubo un hecho que creo que fue fundamental: la elección interna de mediados de 1997 con papá ya enfermo y en medio de una crisis política grande. Fabio las ganó de una manera estrepitosa a pesar de todos los frentes de conflicto que teníamos abiertos. Para Beto fue el momento más emocionante porque sabía la situación complicada que estaba viviendo pero que mantenía el apoyo popular, principalmente del pueblo peronista. Ya en ese entonces era muy evidente que su salad se deterioraba día a día”.

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