En una nueva charla dentro del ciclo de mujeres arequeras de cara a un nuevo 8M, Días de Areco habló con Virginia Maggio, jugadora de Primera División femenina de River hasta fin del año pasado y ahora incursionando en El Frontón de San Andrés de Giles con la posibilidad de disputar partidos de la Primera C de la AFA.
Maggio detalló que desde pequeña se interesó en diversos deportes y contó cómo fue su paso por distintas disciplinas.
“Mi familia es muy futbolera, en mi casa se mira y se habla de fútbol todo el día y cuando éramos chicos, con mi hermano llegábamos con colegio y lo primero que hacíamos era ir a jugar a la pelota. Al lado de mi casa teníamos un terreno baldío, nos sacábamos los guardapolvos y antes de tomar la leche ya estábamos jugando”, contó.
¿Desde chica te interesaron los deportes?
“Siempre fui muy deportista. En la escuela, deporte que había, deporte que hacía. Ya en el secundario hice básquet en el Club Tempestad, formamos un seleccionado para los Juegos Bonaerenses que duró poco porque después me fui a estudiar y ahí hubo un impasse deportivo en que no hice nada más que estudiar medicina. Cuando ya estaba en cuarto año de la carrera, un día estaba estudiando con una amiga en su casa y vi que bajaba su hermana con todo el equipo de hockey. Me invitó a jugar, pero hacía muchísimo que no jugaba nada. Me empezó a picar el bichito de la curiosidad y me uní a ellas. Era el colegio St Brendan’s en Belgrano y empezamos bien desde abajo. Pareciera ser el karma de mi vida eso: empezamos sin un lugar donde entrenar, sin entrenador, bien de abajo. Así me pasó toda la vida. Pero se fue peleando, sobre todo las chicas que estaban más metidas y logramos armar un equipo de Primera que representaba al colegio. Éramos todas chicas del interior que le poníamos mucha garra. Capaz que no todas éramos jugadoras de hockey pero sí deportistas y nos fuimos contagiando de algunas chicas que sabían lo que querían hacer. De a poco fuimos mejorando, entramos al Metropolitano y la gente del colegio nos empezó a apoyar mucho. Escalamos en el Metropolitano hasta que después de muchos años vimos los frutos”.
Estuviste muchos años con el hockey…
“Estuve más de una década con el hockey, siempre en el mismo club. Primero perdíamos 7 a 0, salíamos últimas, no teníamos ni cancha y de repente se empezaron a dar las cosas, a saber más, a tener más técnica y entrenamiento y a subir en la tabla. Ahí me retiré. Después me casé, me volví a vivir a Areco. La misma chica que bajó esa escalera y me invitó a jugar al hockey en Brendan’s me invitó después a jugar acá en Areco, porque se casó con un chico que trabaja acá y se vino también a Areco. Empecé a jugar de nuevo y me invitaron al Areco Rugby Club y se extendió el hockey como seis años más”.
¿Y cómo pasaste del hockey al fútbol?
“En 2018 o 2019, el Municipio empezó a armar un seleccionado de fútbol femenino. Yo ni enterada, pero me llamó Alberto Casucelli, que yo no sabía ni quién era ni cómo consiguió mi teléfono. Se presentó y me dijo que le habían comentado que yo jugaba al fútbol y que le gustaría que fuera a la prueba. Le dije que seguro estaba confundido, que yo jugaba al hockey, que a la pelota jugaba cuando era chica. Le agradecí pero pensé que no iba a ir. Eso debe haber sido un lunes y la convocatoria era el domingo. Desde el llamado hasta ese día, mi hermano me estuvo secando la cabeza para que fuera. Mi marido y mi papá también. Cuando les decía que no iba a ir, ellos insistían que como que no iba a ir. Yo me sentía grande, que jugaba al hockey y me daba vergüenza qué iban a decir mis pacientes o los conocidos. Mi familia estuvo toda la semana insistiendo y finalmente convencí a una amiga que me acompañara y fui. De ahí no pare. Fui directo al seleccionado con Alberto, que me puso de capitana y yo le decía que estaba re loco. Él me dio una confianza extrema, es un tipazo, buena gente y ha hecho muchísimo por el fútbol femenino desde el inicio, desde llamar una por una a las chicas, ir a buscarlas, poner su auto, su tiempo. Mucho de lo que es el fútbol femenino acá es por Alberto”.
Igual seguiste jugando al hockey…
“El seleccionado duró muy poco. Después vino la pandemia, se diluyó y pensé que no volvía más a jugar al fútbol, que me quedaba en el hockey. Hasta que un día me vuelve a llamar Alberto para ir a River. Le dije que no tenía tiempo, que estaba entrenando hockey. A mí me gusta entrenar, terminar cansada y había ido un par de veces a entrenar a River y lo veía muy recreativo, quería estar lista para jugar al hockey y sentía que tenía que entrenar más fuerte para eso. Se lo plantee a Alberto y me propuso que fuera a entrenar al hockey y cuando pudiera me sumara a jugar al fútbol. Un día me invitó a jugar contra San Carlos de local y éramos tres ya: Mayra Lucich, Clarita Sills y yo. Empecé a jugar y era la felicidad plena, como cuando era chica. Además jugábamos en la canchita de River al lado del correo y me traía muchos recuerdos porque ahí jugaba mi hermano y me acuerdo de chica ir a verlo con unas ganas terribles de estar adentro de la cancha. Ahí empezamos a ganar, a pasarla bien, a disfrutarlo. No era el equipo de River que es ahora, pero se empezó a ver un poco más el trabajo del entrenamiento y me empecé a entusiasmar más. Seguí haciendo hockey y fútbol: terminaba un partido de hockey y venía a jugar al fútbol”.
Después llegó el paso a cancha de 11, el desarrollo más fuerte del fútbol femenino y muchas copas con River, hasta el año pasado incluso disputar un torneo regional y apareció también El Frontón…
“La verdad, terminamos la final en Zárate del torneo regional el año pasado, que perdimos por penales y cuando vinimos a la sede del club dije ‘no juego más’. Estaba cansada, me dolían los pies, los tobillos, encima estaba un poco bajoneada por el partido y pensé que ya estaba, que estaba grande y no iba a seguir. Dije que iba a entrenar con las chicas de hockey pero sin competir. Incluso ya había hablado con el entrenador y estaba por arrancar la pretemporada cuando un día me llaman por teléfono del club El Frontón pero ver si quería ir allá y tener la posibilidad de jugar un torneo nacional de AFA. Insistieron en que fuera, que probara, que me habían visto y estaban formando un nuevo equipo de trabajo y les interesaba que fuera. En principio dije que no, que tenía que hablarlo con mi familia. Me llamaron un jueves que me estaba yendo de guardia y la convocatoria era para el sábado, así que me fui a trabajar y me olvidé. Cuando llegué a casa el viernes, le conté a mi marido y me dijo ‘ah, ¿y a qué hora es? Te acompañamos’. Mi nena también me decía que tenía que perseguir mi sueño, que cómo iba a decir que no. Además lo charlé con Alberto y con Gisele (Alza, compañera de River), porque no me parecía correcto ir a una prueba sin que lo supieran, sobre todo porque Alberto siempre ha confiado en mí y con Gise ambas éramos capitanas. Lejos de decirme algo negativo, me súper apoyaron y se pusieron muy felices. Después se lo conté a mis compañeras, que también estaban eufóricas y están esperando que arranque el campeonato de AFA para ver si me toca jugar así van a alentarme y a gritarme de la tribuna”.
¿Cómo estás atravesando esa nueva experiencia en El Frontón?
“Fui a la convocatoria, me llamaron para sumarme a la pretemporada. Desde el 29 de enero hasta hoy voy, entreno, hago todo, pero sobre fechas y equipos nadie dice nada, todas entrenamos a la par. Sé que el club está en la Liga Mercedina y en una liga AFA y que de todas esas chicas que estamos entrenando van a salir los dos equipos, pero entrenamos todas por igual. Tuvimos amistosos y me citaron contra El Porvenir, un amistoso AFA, y otro con Estrella del Sur, que también es de AFA”.
¿Qué mensaje les dejarías a las personas y sobre todo a las chicas que quieren jugar al fútbol?
“No importa cuál sea el deporte, lo importante es que si te gusta, lo hagas, entrenes, estés preparada, seas disciplinada y consciente de cuidar el cuerpo. Cuando menos lo esperás aparece el momento, pero hay que estar preparados. Nunca estuvo en mi mente esto, para mí el fútbol a los 12 años desapareció, no se me cruzaba en la cabeza, sabía que no iba a pasar. Creo que no importa que algo no se de en un determinado momento. Pueden pasar dos, cinco, 10, 30 años, pero puede pasar. Mirá si hubiese tenido esa oportunidad y no hubiese estado entrenada… No lo hubiese podido aprovechar como yo quería. Siempre lo charlamos con mi marido, con mi papá, con hermano: mirá si hubiese existido el fútbol femenino cuando tenía 15, capaz que no hubiese sido médica, me hubiera volcado al deporte. Siempre tuve la suerte de tener a mis papás y a mi hermano que me acompañaron cuando era chica y después a mi marido que me apoya en todas y al tenerlos a ellos, fui cumpliendo no sé si sueños, porque no sé si era un sueño, pero sí como una asignatura pendiente. Creo que ninguna persona tiene que tener asignaturas pendientes. Por ahí no es tu sueño sino una espina o algo que te gustaría probar y hay que hacerlo pero de manera disciplinada y consciente, cuidándote”.