Ayer, San Patricio le ganó 4 a 1 a Rivadavia el encuentro de ida por las semifinales del Campeonato Clausura 2022 que organiza la Liga Deportiva.
Los más de 800 espectadores que colmaron las tribunas del centenario Estadio Enrique Fitte presenciaron un primer tiempo intenso, vibrante, repleto de atractivos, cambiante, con goles y que estuvo a la altura de las más recordadas versiones de este duelo clásico que ambos vienen alimentando desde mediados de la década de 1980.
Cuando el trámite todavía era parejo y el partido recién estaba buscando su fisonomía, a los 14 minutos Álvaro Gómez abrió el marcador. Después, hasta los 20’, San Patricio lo encerró a su rival cerca del arco de Ramiro Ciaffardini con su estilo de pelota al pie, bien cuidada, de traslado prolijo y con las corridas de Manuel Blanco, preferentemente por izquierda, como vía de desequilibrio.
Pero a partir de allí entro en escena Laureano Leguizamón y comenzó a mostrar su habilidad. Lentamente los zagueros de Rivadavia fueron encontrando las marcas y su posición. Valentín Griguelo, que se corrió al medio, comandó una presión fuerte sobre el círculo central y consiguió interrumpir el circuito de juego de San Patricio. Leguizamón logró establecer un fluido diálogo futbolístico con Alejandro Luque y con Joaquín Hernández y entre los tres armaron unas cuantas jugadas peligrosas para el muy seguro Brian Rivello. Por eso no sorprendió a nadie cuando a los 28m el temperamental Román Sánchez estableció el empate.
Parecía que el cuadro que dirige Diego Menconi contralaba la marcha del cotejo con la presencia de Leandro Camino patrullando la mitad de cancha, con Luis Romero cubriendo espaldas en el fondo, con Griguelo derrochando energías, con el Chinito Leguizamón moviendo la pelota de un costado a otro. Pero a los 40’ Emanuel López desbordó como puntero derecho, colocó un centro bajo, que fue como una puñalada al corazón del área panzanegra y Joaquín Bolea, de destacada labor, marcó el 2 a 1.
Apenas un rato más tarde, a los 44’, Blanco aceleró por la banda izquierda desplazándose con la velocidad de una saeta (perdón por la antigüedad de la palabra) y estampó el tercero con un zurdazo letal.
San Patricio, que luego del 1 a 0 se había replegado pero sin perder el orden colectivo ni la calma, puso sobre el tapete otra faceta de su rico repertorio: la contundencia, el desnivel individual que generan sus figuras cuando se les presenta una mínima oportunidad y sacó una ventaja amplia en el tanteador que cambió definitivamente el rumbo de la tarde.
El complemento fue más lento y bastante equilibrado. El conjunto de Germán Mangieri trabajó con tranquilidad apoyado en el oficio de sus zagueros centrales (César Núñez y Álvaro Gómez), en el retroceso de Lorenzo Vidal y del capitán Matías Pigretti (que terminó acalambrado por el esfuerzo) para fortalecer el bloque defensivo y en la enorme visión de juego de Rodrigo Gómez que siempre se ubicó en el lugar justo y reguló el ritmo de las acciones pensando en la conveniencia de su equipo. Además nunca se olvidó del contragolpe, con Blanco, los dos Bolea (Juan volvió a exhibir su exquisita técnica en varias jugadas) y Segundo Ovando, que en el puñado de minutos que estuvo en cancha aportó el gol que normalmente le convierte a Rivadavia para estirar la cuenta a un holgado 4 a 1.
El elenco de la avenida Vieytes no se resignó ante la adversidad. Siguió corriendo y metiendo aunque en determinados tramos de la contienda entró en una innecesaria e inútil cacería contra Manuel Blanco, a quien muchas veces trataron de golpear en una actitud sin sentido porque cuando Rivadavia intentó jugar hasta llegó a superar a su adversario y justo en el terreno que San Patricio que mejor domina, con un fútbol abierto, ofensivo, pujante y asociado como el que generó en un lapso de la primera etapa y también en un pasaje del segundo tiempo porque con el empuje de Romero, la garra de Sánchez, la vitalidad de Griguelo y las pinceladas de talento de Hernández y Leguizamón, pudo disimular la expulsión de Juan Menconi (a los 15’) y se acercó con frecuencia hasta las inmediaciones del área que da espaldas al frigorífico.
¿Está definida la serie con este 4 a 1? La respuesta es NO. Tres goles es una diferencia robusta, difícil de remontar y San Patricio es un equipo con todas las letras. Pero Rivadavia ha demostrado en los tiempos recientes y a lo largo de su dilatada historia que nunca se da por vencido ni aun cuando parece a punto de derrumbarse. Además estamos hablando de fútbol, que es la dinámica de lo impensado y que es un deporte tan popular y cargado de pasión porque todas las semanas ofrece la posibilidad de una revancha.
San Patricio: Brian Rivello (7); Emanuel López (7), César Núñez (6), Álvaro Gómez (6) y Agustín De Rosa (6); Lorenzo Vidal (6) (reemplazado por Martín Ginat), Matías Pigretti (6) (luego Carlos Bolea), Rodrigo Gómez (7) (sustituido por Federico De Rosa) y Juan Bolea (6); Joaquín Bolea (7) (más tarde Segundo Ovando) y Manuel Blanco (7). DT: Germán Mangieri.
Rivadavia: Ramiro Ciaffardini (6); Román Sánchez (7), Luis Romero (6), Juan Menconi (5) y Manuel Achetta (5); Nicolás De Renzo (5), Leandro Camino (6), Valentín Griguelo (7) y Laureano Leguizamón (7) (luego Tomás Martínez); Alejandro Luque (6) y Joaquín Hernández (6). DT: Diego Menconi.
Goles: 14’ Álvaro Gómez (SP), 28’ Sánchez (R), 40’ Joaquín Bolea (SP), 44’ Blanco (SP) y 73’ Ovando (SP).
Juez: Javier Mihura.
Expulsado: 60’ Menconi (R).
Público: 850 personas.
La Figura: Manuel Blanco (7) de San Patricio.