El sábado, San Patricio le ganó 3 a 0 a Rivadavia el partido revancha por las semifinales del Torneo Clausura 2022 que organiza la Liga Deportiva. El elenco verde amarillo, que en la ida había ganado 4 a 1, clasificó para disputar la final del certamen ante San Carlos.
El cuadro que dirige Germán Mangieri absorbió con orden colectivo la presión intensa que su rival ejerció durante los 10 minutos iniciales. El capitán Matías Pigretti pivoteó delante de los zagueros centrales (César Núñez y Álvaro Gómez), Lorenzo Vidal se paró cerca de Emanuel López, Rodrigo Gómez trabajó en las cercanías de Agustín De Rosa y Joaquín Bolea se tiró atrás para colaborar con sus compañeros a la hora de achicar espacios. Así San Patricio armó un bloque defensivo sólido, casi impenetrable. Además, cuando tuvo el bolón en su poder lo hizo circular con prolijidad y aun atacando menos siempre dejó la sensación de ser más peligro, más profundo en sus aproximaciones hasta Ciaffardini, como lo dejó sentado un cabezazo del mayor de los Gómez que pegó en el palo izquierdo cuando todavía estaban 0 a 0.
Rivadavia asumió la responsabilidad de buscar casi un milagro con una actitud muy digna. Adelantó a sus defensores prácticamente hasta la raya central, con la experiencia de Luis Romero para cuidar espaldas descubiertas. El juvenil Tomás Martínez y Valentín Griguelo jugaron bien abiertos por los laterales. Joaquín Hernández se movió por todo el ancho del terreno y buscó asociarse con Alejandro Luque y Leandro Leguizamón que fueron delanteros netos. El conjunto de Diego Menconi trató de no caer en la desesperación, hizo correr el balón con bastante fluidez, tuvo la cuota de temperamento que aportaron Román Sánchez, Nicolás De Renzo y el calvo Leandro Camino y se arrimó con frecuencia hasta las inmediaciones del arco de Brian Rivello pero todo eso no fue suficiente.
A los 40 minutos de la primera etapa, Manuel Blanco, que estuvo permanentemente al acecho, aprovechó un toque hacia atrás que quedó corto y tras una veloz carrera abrió el marcador. Tres minutos más tarde, el mismo Blanco se filtró en una defensa desacomodada y definió con clase para estirar la deferencia a dos goles de ventaja. El asunto ya estaba liquidado y Joaquín Bolea, de destacada actuación, le bajó definitivamente el telón a la tarde cuando a los 10’ del complemento anotó el tercero con un estupendo derechazo desde afuera del área.
De allí en más Rivadavia sintió el triple impacto y se desinfló anímicamente pero supo asumir la derrota sin recurrir a los golpes ni a las brusquedades ni al juego violento. Esperó de pie que el tiempo trascurriera apoyado por su numerosa hinchada que alentó hasta el último segundo y que despidió afectuosamente a sus jugadores que habían dejado todo en la cancha, luchando con entereza, sin guardarse ni siquiera una gota de sudor para defender la camiseta ante un adversario que fue netamente superior. El fútbol es así, tiene estas cosas, alterna alegrías y tristezas, jornadas de triunfos y tardes con derrotas pero siempre deja abierta de la chace de recuperarse en el futuro. En esta oportunidad la gente de la avenida Vieytes lo entendió y fue parte importante de una verdadera fiesta popular.
San Patricio está una vez más en la definición de un campeonato y con los argumentos conocidos, cuando decir conocido es un elogio a la identidad de un proyecto deportivo institucional bien definido, sostenido con paciencia en un trabajo constante que nació hace muchos años, en el modesto origen de su historia de la mano del recordado Roberto Brady que señaló un camino que es como una enseñanza imborrable. Claro que también en ese extenso recorrido disfrutó victorias resonantes y también tuvo que soportar tragos amargos, ganó y perdió clásicos, finales y un montón de partidos importantes pero nunca abandonó sus principios, sus creencias, su manera de vivir y de sentir el fútbol. En todos estos aspectos es un ejemplo que ya casi nadie se anima a discutir, cualquiera sea el resultado en las duras contiendas con San Carlos que están por venir y que sin dudas serán apasionantes.
San Patricio: Brian Rivello (7); Emanuel López (7) (reemplazado por Martín Gignat), César Núñez (8), Álvaro Gómez (7) y Agustín De Rosa (7); Lorenzo Vidal (7), Matías Pigretti (7) (luego Carlos Bolea), Rodrigo Gómez (7) y Juan Bolea (7); Joaquín Bolea (8) y Manuel Blanco (8) (después Segundo Ovando, más tarde Juan Lofredo). DT: Germán Mangieri.
Rivadavia: Ramiro Ciaffardini (5); Nicolás De Renzo (5), Luis Romero (6), Román Sánchez (6) y Nahuel Gutiérrez (5); Tomás Martínez (6) (posteriormente Ezequiel Heredia), Leandro Camino (5) (reemplazado por Matías Oyanguren) y Valentín Griguelo (6) (sustituido por Manuel Achetta); Alejandro Luque (5) (luego Genaro Rios), Joaquín Hernández (6) y Laureano Leguizamón (6). DT: Diego Menconi.
Goles: 40’ y 43’ Blanco, 55’ Joaquín Bolea, todos para San Patricio.
Juez: Leonel Suarez.
Público: 800 personas.
La Figura: Joaquín Bolea (8) de San Patricio.