Román Sánchez es el heredero de una orgullosa tradición y mantiene vigente la estirpe de la familia vistiendo sobre el pecho la camiseta de Rivadavia.
Orlando, el abuelo de Román, fue un verdadero símbolo del club de la avenida Vieytes desde principios de la década del 60 hasta mediados de los años 70. Maximiliano, el padre, fue figura destacada en varias recientes consagraciones del elenco panzanegra que fue campeón en 2009 (dos veces), 2010 y 2015.
Ahora es el turno del joven Román, que hace quedar muy bien el apellido que lleva porque desde que asomó en Primera División en 2021 se convirtió en un zaguero fuerte, temperamental, duro para el duelo mano a mano, con buen cabezazo en las dos áreas y con un amor propio capaz de mover montañas si hace falta para que su equipo siga luchando por la victoria.
Todavía le falta serenarse, dosificar sus energías, sumar experiencia y oficio, pero sin dudas le sobran condiciones y ganas como para ser una de las bases sobre las cuales Rivadavia va a edificar su futuro futbolístico.