Tras su vuelta de una extensa gira por Europa, Los Risotto charlaron con Días de Areco sobre su experiencia haciendo teatro callejero y espectáculos de circo.
Lucho Conesa y Sol Fernández recorrieron durante cuatro meses España, Francia, Italia y Suiza llevando su particular combinación de malabares, acrobacia y teatro. Ahora están de vuelta en el país y hacen un repaso por esta nueva gira.
“Fueron más de cuatro meses que en su momento parecían poco pero a su vez fueron largos. Arrancamos en Barcelona, con el fin de estar una semana y comenzar a trabajar. Sabíamos que había restricciones fuertes para eso”, contó Lucho. “Llegamos en verano, con calor, con mucho turismo. Veníamos del medio del bosque, de vivir en el campo juntando huevos y haciendo huerta. Lo primero fue pensar qué hacíamos ahí, en qué nos habíamos metido. Uno planifica pero pasás de estar en tu casa, a tu ritmo, entrenando a algo totalmente distinto”, añadió Sol.
Iban a esta gira con algunas fechas comprometidas pero con la idea de hacer espectáculos en la calle o donde pudieran. ¿Cómo se prepararon para trabajar en tantos países distintos, muchas veces con la barrera del idioma?
Lucho: “Fuimos pensando una metodología para poder trabajar pero sin abusar, sabiendo que si se acercaba algún inspector ahí terminaba nuestro día. Así lo pudimos hacer durante una semana en Barcelona haciendo un montón de amigos y luego teníamos que hacer un montón de trámites”.
Sol: “a diferencia que la última vez que habíamos ido, este viaje lo pensamos como de siembra y organización. Teníamos objetivos a cumplir que para cualquier migrante es básico si vas a ir a trabajar a algún lugar, poder hacerlo de la manera más legal posible. Cuando mejor resuelvas eso, mejor vas a poder trabajar”.
Lucho: “entonces uno de los puntos era ir a Alicante donde teníamos unas citas para avanzar con trámites de ciudadanía. Empezamos a escribir en grupos contando que estábamos viajando, viviendo de nuestro arte e intercambiándolo por alojamiento. Nos respondió una señora francesa que tiene un teatro bar, ofreciéndonos espacio en su casa si hacíamos espectáculos en su bar. Eso que iba a ser algo de una semana se terminó convirtiendo en una grandiosa amistad de 28 días de convivencia”.
Una vez que avanzaron con los trámites, ¿empezaron a viajar más?
Sol: “Teníamos algunas fechas y cuando pudimos resolver nuestros trámites, empezó el otro objetivo, que era tener un auto. Laburamos en la calle y nos compramos un auto que adaptamos como camper. Ahí comenzó la segunda etapa del viaje, ya con los papeles y el móvil y sabiendo que nuestro trabajo funcionaba. Era mirar un mapa y dejarse llevar un poco por el instinto pensando en lo que necesitábamos: paseos costeros, gente, turismo”.
¿Cómo fueron adaptando su espectáculo a ese viajar y pasar por distintos países?
Lucho: “Sabíamos que estábamos trabajando con una serie de módulos de espectáculo que funcionaba muy bien, que tenía mucha aceptación. Entonces decidimos ir de Alicante hacia el País Vasco y pasar por Madrid antes”.
Sol: “En el País Vasco también teníamos conocidos y amigos que nos recibieron y encontramos un público muy cálido, muy respetuoso de lo que hacés. Al llegar no habíamos pedido permiso. No sabés cómo son las cosas, nadie te dice cómo son hasta que estás ahí pero nos trataron de forma respetuosa, incluso la policía nos paró para explicarnos que en el centro histórico no se podía pero nos habló de otros lugares donde sí se podía trabajar”.
Lucho: “Entramos también en el circuito de fiestas de los pueblos, que son una después de la otra. Nos abrazaron un montón y teníamos un importante recibimiento. En ese juego de estar viajando, poníamos como máximo tres o cuatro días pero sabíamos que después teníamos que seguir”.
Sol: “Trabajábamos por módulos y nos fuimos animando a modificarlos. Funciones juntos, por separado, explorando, compartiendo hacer función pero también haciendo nuestras búsquedas personales. Después del País Bajo nos fuimos a Francia”.
Pasaron por Francis, luego por Italia, para llegar finalmente a Suiza…
Sol: “estuvimos en lugares muy lindos en Italia antes de ir para Suiza, donde teníamos fechas comprometidas. Llegamos a la casa de amigos en una casa okupa en una ciudad que quedaba a mitad de camino de donde teníamos que actuar. Un caserón gigante, con gente súper organizada, donde hacen eventos culturales y son base de distribución de comida que tiran los supermercados porque no la venden ni pueden darla, entonces ese grupo se encarga de buscarla y repartirla. Ese espacio nos había dado fecha para actuar en el festejo de cumpleaños. Actuamos ahí y nos salió de la galera una fecha en una institución para gente mayor con capacidades diferentes”.
Lucho: “ahí también apareció el mensaje. Una señora de la institución nos quería dar su dinero, más allá de que la función estaba paga. Intentando entender su alemán con un amigo que nos traducía, nos contó que nos daba el dinero para que lo usáramos para mejorar nuestro circo, para que cada día sea más lindo. Eso fue una motivación total”.
En Suiza actuaron en ferias medievales y la gira terminó en Mallorca, donde Los Risotto no solo hicieron su espectáculo sino que terminaron concretando proyectos para el próximo año.
Sol: “Las giras de todos los años anteriores fue una especie de ‘elige tu propia aventura’ pero esta vez fue un viaje de siembra, de regularizar situaciones, hasta que los últimos días firmamos contrato para trabajar el año que viene. Así que ahora venimos para acá, vamos a disfrutar de la familia, de la gente que queremos, porque no es fácil la situación de la gente migrante. Estar constantemente pensando que esta situación hace que tus proyectos se vayan para otro lado y me pasaba de sentirme angustiada por tener la posibilidad de irme cuando todo lo que yo quiero y la gente que amo está acá. Quizás el parche que nos ponemos es el bienestar, el soñar que quizás económicamente podés estar mejor y ayudar a la gente que querés, pero es un parche constante porque no existe en ninguna otra parte del mundo el calor que tenemos acá, se vive y se relaciona de otra manera, son otras reglas”.
Lucho: “Cuando estábamos haciendo la vuelta pensaba en qué es lo que se ve y lo que se vive. Por ahí amigos me decían “la estás pasando bomba” y sí, la pasás bien, pero se siente un poco como ir a una guerra donde te vas para sostener lo que más amás. Tenés que ir con el corazón muy fuerte, con todo el acompañamiento y los abrazos para estar preparado psicológicamente para que pase cualquier cosa sabiendo que todavía no te vas a volver. Hay muchos puntos de vista, pero yo siento que es muy valiente hacer eso, tenés una edad y un tiempo y no es para cualquiera. Es una guerra interna constante con uno”.
Sol: “Porque no somos solamente economía. Ese quizás es un error muy grande, irse a otro lado, dejar todo lo que uno ama pensando solo en lo económico. No somos solo eso, somos el conjunto de muchas otras cosas. Podés tener mejor economía, pero hay una parte tuya que no la llenás en ningún lado y económicamente cuando mirás hacia el otro lado y pensás lo que podés hacer pero la gente que amás no, es complejo. Voy a decir algo muy político, pero que haya ganado Milei, yo lloré y lo sigo lamentando, porque amo este lugar y no quiero eso. Quizás del otro lado nos ven como oportunistas, pero si pudiera tener las oportunidades que me da ese lugar acá mismo, lo haría acá”.