Guillermo Sobral, vecino del barrio Amespil desde comienzo de la década del 80, conversó con Días de Areco sobre su larga experiencia con las inundaciones e hizo hincapié en el aspecto psicológico del tema que genera una ansiedad colectiva.
En la entrevista, Sobral contó que nunca se imaginó una inundación como la de 2009 y que en marzo de este año el agua tardó mucho más tiempo en irse.
¿Desde cuándo vive en el Barrio Amespil?
“Vivo en el Barrio Amespil desde 1983 y en estos 41 años he visto de todo. Entre otras cosas es impresionante lo que creció esa zona y hoy vive mucha gente. Creo que se dio por el valor de los lotes porque antes eran muy baratos y se podían comprar pero en ninguna escritura decía que era zona inundable y todos construyeron con los niveles del terreno porque no se puede rellenar y nadie hizo pilotines”.
Ni bien se mudó al barrio sufrieron la inundación de febrero de 1984…
“Sí, ni bien me terminé de mudar tuvimos la primera inundación pero jamás pensamos que podía pasar lo que ocurrió en 2009 que fue algo muy violento. Me acuerdo que en casa levantamos todo a una altura determinada, teniendo en cuanto la creciente anterior, pero lo sobrepasó y perdimos todo”.
¿El vecino ya está acostumbrado a la inundación?
“No. Es como que tenés una gimnasia pero el problema es el paso del tiempo porque cuando uno va creciendo se le hace todo más pesado. Este año tuve 46 centímetros de agua dentro de mi casa pero ya no tengo 30 años para hacer el trabajo que hay que hacer. Además tu cabeza está diferente porque pensás distinto que antes. Te olvidás de levantar algunas cosas que se pierden”.
¿Cómo es esa “gimnasia” que tiene el vecino que conoce la inundación?
“En mi caso particular te puedo decir que dentro de esa gimnasia tengo una depresión. Esa depresión se contagia dentro de la casa porque no sabes para dónde salir, si levantás las cosas, a cuánta altura lo hacés, qué es lo que se te puede perder. Esta vez me quedó la heladera abajo pero por suerte la pude salvar. Son cosas que te van quedando en el camino porque la experiencia te sirve para conocer la dinámica de llevar todo arriba urgente y no esperar que el agua suba pero nada más”.
¿Entró menos agua que en 2009?
“Sí, porque en 2009 tuvimos un metro de agua porque creo que debe haber menos canales que antes desagotando en el río, que se comportó de otra manera. El río tiene comportamientos muy raros porque por ahí desagota enseguida pero a veces tarda mucho más. En 2009 vino con mucha fuerza, de manera tan violenta que dobló los rieles del puente de las vías. En cambio en marzo de este año tardó mucho más en irse y es ahí donde se paga el tema de la humedad porque tarda mucho más en secar. También hay obras que sirven, como la ampliación de los puentes porque el agua pasa y sale más rápido”.
¿Se comienzan a inundar desde los campos o desde el río?
“Depende. A veces viene desde el río y otras veces viene desde el campo, pero siempre los dos frentes se unen. Me acuerdo que en 2009 el agua empezó a venir de los campos y después se unió con la del río. Esta vez vino con menos fuerza pero tardó mucho más tiempo en irse. Lo que pasa que después pagás las consecuencias: ratas, ratones, arañas, cucarachas, culebras, la contaminación con los pozos ciegos, el agua que brota por el baño. Uno pisa eso, el agua se mete en la piel. Son consecuencias que casi nunca se tienen en cuenta y hay que hacer un trabajo grande de desinfección. La galería de casa la tuve que levantar tres veces porque se va hundiendo”.
¿Después de cada inundación es como empezar de nuevo?
“Sí, es como que tenés que empezar todo de nuevo. En mi caso, soy rápido para levantar las cosas pero después para bajar me cuesta mucho trabajo porque estoy dentro de una depresión. Comienza a llover y ya no puedo dormir pensando en lo que puede llegar a pasar. Estoy toda la noche despierto. Tu cabeza funciona mal cuando empieza a llover, no cuando tenés el agua adentro de tu casa. Eso produce en tu cabeza una espera, una incertidumbre que es lo peor que le puede pasar a un ser humano. Esta es una sensación colectiva. No es que me pasa a mí solo y no me quiero imaginar lo que sienten los que viven más cerca del río”.