Las dos recientes finales del campeonato Clausura 2023 tuvieron un colorido y un marco popular espectacular que le dieron al clásico un clima extraordinario. El domingo pasado, los hinchas de Rivadavia fueron temprano a la sede del club donde los jugadores se cambiaron para afrontar el partido y luego cumplieron con el ritual de ir caminando hasta el estadio. Después colmaron la vieja tribuna de cemento con sus banderas, paraguas, bombas de humo de colores, camisetas, papelitos y los instrumentos de percusión, que sonaron como una verdadera orquesta.
Los de San Patricio se reunieron en el predio de la costanera para hacer la previa y acompañar a su equipo antes de copar el sector de la calle Pellegrini. De cara al sol no pidieron ni le dieron un respiro a sus gargantas, que entonaron canciones ingeniosas al ritmo del bombo y de los redoblantes.
En las instancias previas a la definición del torneo, las hinchadas de Huracán y de River Plate, que también llevaron su aliento a la final del fútbol femenino, aportaron su nutrida concurrencia para enriquecer un espectáculo deportivo que convoca a multitudes. Las excelentes actuaciones de San Carlos, inclusive a nivel de la Federación Norte, despertaron el interés del público de Capitán Sarmiento como hacía años que no se veía.
Este hecho frecuente (la disputa de partidos a cancha llena con todo el folklore que genera el futbol) refleja con nitidez que con el paso de los años cada club ha consolidado una identidad como institución que sustenta un proyecto futbolístico. A veces ese proyecto consigue buenos resultados y en otras ocasiones las esperanzas quedan en el camino antes de lo previsto, pero esa identificación con la camiseta tan querida, que no se traiciona ni se quiebra con las derrotas, motoriza una pasión que no solo sobrevivió a la pandemia de Covid 19, etapa larga de más de un año de emergencia sanitaria que paró bruscamente la práctica deportiva, sino que desde la segunda mitad de 2021 cobró una fuerza mayor.