En una interesante entrevista con Días de Areco, Andrea Vigil analizó la relación directa que existe entre las viviendas antiguas del Casco Histórico con el estilo de las bóvedas del cementerio, característica útil para comprender la historia de la inmigración en San Antonio de Areco de finales del siglo XIX.
La licenciada tomó como ejemplo el estilo arquitectónico de las bóvedas del sector viejo del cementerio que pertenecen a las familias Aubaín, Zerboni, Laplacette, Bertola, Tapia y Campodónico para fundamentar su opinión.
¿Se puede ver en el cementerio una historia social y de la inmigración en San Antonio de Areco?
“En la entrada vieja del cementerio, por calle Saigós, es donde están las bóvedas que aportan cierto relato de la inmigración en San Antonio de Areco. Algunas son más nuevas, de los años 1940, 50, 60 con estilos similares a las grandes casas del Casco Histórico. A muchas de ellas todo el mundo las conoce, como la de Aubaín, que es la de mármol negro y que es lo primero uno ve cuando se ingresa por ahí. Es la que la gente te dice “es la que tiene la llorona”, que en realidad es una estatua que se compró por catálogo y no es que venía un escultor para hacer el trabajo en el lugar. Lo mismo pasa con otra simbología que hay en ese sector del cementerio y esto hay que desmitificarlo”.
¿Qué características tienen esas bóvedas?
“Son muy lujosas y esto tiene que ver con quiénes son los que habitan esa parte vieja del cementerio. Pensemos en la enorme oleada inmigratoria que tiene nuestro país en la dos últimas décadas de 1800 que es cuando sobre todo llegan italianos, españoles, franceses que no era gente con plata. Pero después sí fueron adquiriendo cierto capital económico y llegó el momento de hacer la casa familiar. Allí fue cuando cobraron gran importancia los italianos. La otra vez hablamos sobre la importancia de los irlandeses en el trabajo de la tierra y los italianos conocían la construcción y vamos a ver que muchas de las grandes viviendas de esa época fueron hechas por constructores italianos”.
¿Hay una relación directa entre las casas y las bóvedas?
“Ya muchos inmigrantes tenía un capital social. Eran conocidos, tenían prestigio y capital cultural porque sobre todos sus hijos ya habían estudiado. Este es un capital cultural que está permanentemente en disputa en la sociedad por eso de alguna manera se debía trasladar al cementerio y ahí es cuando aparecen las grandes bóvedas en el cementerio como una forma ya no solo de recordar a ese muerto sino también para dejar bien de manifiesto quiénes eran y qué posición ocupaban en la sociedad de su época. Entonces aparecieron las grandes estructuras, con estilos muy particulares”.
Al principio habló sobre la bóveda de Aubaín y la puso como ejemplo de este concepto que está explicando…
“Siguiendo con la bóveda de Aubaín, que es de estilo art decó por ejemplo aunque no vamos a encontrar en el cementerio construcciones de estilos puros de la arquitectura porque a la hora de construir tanto las casas como las bóvedas ya no eran los constructores que llegaron primero a la Argentina y que habían visto esos estilos en su país de origen sino que eran sus hijos que no tenían esos recuerdo reales, por decir de una forma que se entienda. En la bóveda de Zerboni tenés reminiscencias de un estilo neogótico. La de las hermanas Bertola retoma un estilo clásico como el greco romano con líneas rectas y las de Laplacette, Campodónico y Tapia son prácticamente iguales, llaman mucho la atención y son de un claro estilo italiano similar al que prepondera en las casas del Casco Histórico. Hay un montón de cosas para ver y para explicar la razón de por qué son de esa manera pero sobre todo por qué desde este lado del muro circula tanto la versión de un Areco tradicional, guachesco aunque está prácticamente desaparecido dentro del cementerio”.