Si bien es cierto que la esquina de Segundo Sombra y Zapiola es un punto icónico de nuestra ciudad, hay algunos aspectos destacados de su historia más antigua que se conocen poco y nada porque el paso del tiempo los fue borrando de la memoria colectiva.
Esa vieja casa con local comercial originalmente era propiedad de la familia Castex pero a comienzos de la década de 1940 la alquilaban para vivir y para trabajar en su almacén, con ingreso por la ochava, los hermanos Luis y Eugenio Lupini. Con ellos vivían su padre, también llamado Eugenio, y su madre Corina Boggiano.
En la madrugada del 23 de enero de 1944 se produjo un gran incendio en el depósito que da a la calle Segundo Sombra donde guardaban mercaderías. En ese momento, Mariano Borruel, vecino del comercio, percibió el humo y las llamas que salían por la ventana y alertó a los propietarios que rápidamente acudieron a la Comisaría.
Para combatir el fuego que arrasaba con el galpón, asistió personal policial, empleados municipales con un camión y obreros de la fábrica de celulosas que operaba en la costanera del Río Areco, que llegaron provistos de mangueras. Un portón de hierro que separaba el depósito del almacén evitó que las llamas se propagaran por todo el edificio. Los trabajos terminaron cerca de las 9 de la mañana, el depósito quedó completamente destruido y los hermanos Lupini estimaron que las perdidas alcanzaron los 7 mil pesos de aquel entonces.
Años más tarde alquiló el comercio Don Alfredo Serrat y luego se hicieron cargo del almacén los hermanos Coco y Titi Bessonart que hasta bien entrado el siglo XXI tuvieron un bar, donde asistían muchísimos parroquianos, verdulería y una pequeña despensa. Los Bessonart fueron inquilinos durante un largo tiempo pero luego compraron la propiedad.
Más recientemente y como es sabido por casi todo el pueblo, Augusto Bessonart hizo una inversión importante para reforzar la estructura del vetusto edificio y llevó a cabo una refacción integral que mantuvo intacto el aspecto característica de la fachada y gran parte del interior de un bar que es el centro preferido de atracción de los turistas y de muchos arequeros que concurren habitualmente a disfrutar del servicio de gastronomía y del trago clásico que ofrece la casa: el fernet con cola especialmente preparado por sus dueños y que llamó poderosamente la atención de influencers en redes sociales y de medios de comunicación del ámbito nacional que lo registraron en sus publicaciones.