En una profunda charla con Días de Areco, Nacho Leguizamón repasó su trayectoria con la música. Desde su participación en el certamen La Voz Argentina cuando apenas tenía 18 años, su paso a la docencia y su vínculo con su familia, compuesta por muchos músicos, el artista recordó su amplia carrera.
“Arranqué como a los seis años copiándolo a mi viejo, como jugando sin saber que iba a desencadenar todo esto. A los 10 años mi viejo me subió a un escenario por primera vez en Garín, donde vivíamos y armamos un dúo con él, Ricardo y Nacho. Así estuvimos dos o tres años hasta que arranqué como solista”, contó. “Después fui formando diferentes bandas en Garín como músico y como vocalista, y largué mi proyecto solista como Nacho Leguizamón. Fue todo autodidacta, hasta que después del Festival de Baradero que habíamos salido revelación con mi papá y en la peña oficial subí como solista, entré a La Voz Argentina”.
¿Cómo fue tu experiencia en la Voz Argentina, en 2012?
“Ahí estuve con gente muy grosa, con clases de vocalización, teatro, expresión corporal, cosas que nunca había aprendido. Llegué después del Festival de Baradero que fui a un programa de televisión en Escobar, en un canal local, y ellos me dijeron que había un programa, una prueba piloto, y que iba a estar Soledad, que era la única confirmada entre los coaches en ese momento. La verdad los certámenes en sí no me gustaban mucho, habla participado en algunos y cuando me enteré esto de La Voz decía que no, que no quería ir. Al final me llevó un amigo un poco engañado, porque supuestamente él también se iba a presentar y me hizo entrar a mí solo. Quedé para las audiciones a ciegas y fui pasando etapas. Tenía 17 años, cumplí 18 estando en el programa y lo tomé más como una oportunidad de aprender y no tanto de ganar. Ahí me di cuenta que había muchas cosas que yo no tenía, me encontré con muchos concursantes con academia, que hacían obras de teatro musicales y más y yo estaba ahí como sapo de otro pozo”.
¿Después de eso viniste a vivir a Areco?
“Cuando quedé afuera justo nos mudamos a Areco, fue casi inmediato. Durante el programa estuve viviendo en Capital, en un lugar que nos daban, y cuando volvía a mi casa a Garín, me topé con la noticia de que nos veníamos a Areco. Eso para mí fue un alivio en el sentido de que al ser muy chico todo lo de La Voz fue muy abrumador, todo el minuto de fama, la gente que me buscaba para sacarse una foto. Yo lo que quería era descansar, dormir, porque si bien fue una experiencia muy linda, fue un choque también. Me instalé acá y no hice mucho más con la música, pero con el tiempo fui tomando otras oportunidades. Estuve en una temporada trabajando con Cuti y Roberto Carabajal y empecé a conocer un montón de artistas grandes que yo escuchaba de chico y a aprender mucho y generar amistades. Para mí, que me reconozcan personas que hoy están 20 escalones más arriba que yo con la música, es un montón”.
¿Cómo fueron tus inicios como músico acá en Areco?
“En Areco al principio me costó, porque en su momento era el de afuera. Sí tuve una buena bienvenida del Paisano Amigo Jorge Torres, que por él canté la chacarera “Al Pago de Areco”, que escribimos juntos con mi viejo, en un festejo en la plaza. Él me vio por ahí, me conocía y me invitó a cantarla. Yo andaba como de civil, de bermuda, ojotas y remera, y Jorge me hizo subir al escenario. Expliqué que estaba paseando, conociendo porque hacía tres días que estaba en Areco. Después de eso fuimos a comer al Tokio y me encontré a Susana de Pereyra de Pilchas Gauchas. Ella me felicitó por cómo cantaba y me dijo que escuchó que iba a cantar en Tradición, en el escenario mayor en el Parque Criollo. Me preguntó cómo iba a ir vestido y le contesté que en general iba de camisa, de jean, de zapatos. Me dijo que fuera a la casa que ella me quería hacer un traje. Yo no sabía quién era y me explicaron que era quien vestía al Chaqueño Palavecino. Unos días después fui a su taller, me empezó a mostrar telas y fotos y contarme de su trabajo y yo pensaba que no le iba a poder pagar, que iba a ser muy caro. Ella me contestó que lo que quería era que yo estuviera vestido acorde a lo que es la Tradición y que me regalaba el traje. Me hizo una bombacha y un chaleco hermosos que los guardo hasta el día de hoy. Vengo de familia santiagueña y no estaba muy familiarizado por ahí con lo tradicional surero, así que me costó. Al tiempito conocí a Facu y el Colo de Los Fogoneros. Después nos encontramos en distintos lugares tocando y gracias a ellos se me fueron abriendo puertas para hacerme conocer un poco más”.
Un tiempo después empezaste también a dedicarte a la docencia en distintas escuelas…
“Lo de la docencia fue loco, en plena pandemia. En ese momento estaba viviendo plenamente de la música, de jueves o miércoles a domingo estaba tocando por todos lados y con muchos laburos con Los Fogoneros. En la pandemia me encontré que tuve que vender muchos de mis equipos porque la economía me había obligado y mi esposa Marión es docente y me decía siempre que tenía que estudiar algo. Arranqué un profesorado de lengua y literatura online en plena pandemia y eventualmente empecé a trabajar como profe. Hoy estoy como docente de literatura y como músico”.
Como docente has compartido mucho con Enzo Canali y terminaron componiendo juntos…
“Enzo es hace muchos años amigo de Marión y nos empezamos a encontrar por eso. Él de joven fue músico en Mendoza, y un día en la casa empezamos a tocar y me sorprendió. Ahí lo empecé a llevar a las peñas, quedó fascinado con la zamba y la chacarera y se fue metiendo un poco más. Tenía varias canciones pero ninguna folclórica y se le ocurrió que quería escribir una zamba. Me preguntó cómo era y le dije que el corazón de la zamba era la danza. Ahí que se puso a investigar y escuchar y escribió una. Además yo tenía una música vieja que había compuesto en Cosquín una de las veces que fui, la probé con la letra de Enzo y quedaba perfecto y así salió “La Bailarina”. Después escribimos también la Chacarera de las Madres, que es un homenaje a las Madres de Plaza de Mayo, y muchas canciones más de ritmos melódicos, alegres, tristes, folclóricos”.
¿Qué proyectos tienen para este año?
“Para esos temas estamos trabajando en la grabación de la música con la idea de filmar también un videoclip para así también tener mis primeros temas en las redes y las plataformas, porque hoy no tengo nada, lo único mío que sale es de cuando estuve en La Voz”.
Venís de una familia de músicos: tu papá, tus hermanos, todos son músicos…
“Mi viejo de joven tuvo su banda en Santiago del Estero y después en Garín siempre estuvo muy relacionado a la música y llegó a grabar su LP con productores, manager, discográfica, todo. Después mis hermanos también son todos músicos. Hoy Valen por ahí está un poco más vista porque hace algunos años se largó primero con Pintó y ahora con Mantra y está creciendo. También Mati, el que me sigue a mí, es cocinero y un musicazo con una visión muy amplia y mi hermano más chico, Bruno, que ahora está viviendo en el sur, son todos músicos. Siempre estuvo la música en casa, desde chicos. En su momento lo tomé como un juego y terminó siendo parte de mi vida, porque hoy realmente es eso y seguir compartiéndolo con mi papá, con amigos, con gente que quiero realmente, lo hace mucho más placentero”.