El 17 de agosto de 1950 se conmemoró el centenario del fallecimiento del General José San Martín. Ese año había sido declarado como sanmartiniano por el gobierno nacional, en ese entonces a cargo de Juan Domingo Perón, que instó a que se realizaran homenajes a lo largo y a lo ancho de toda la geografía del país.
Aquiles Pazzaglia, que gobernaba el Municipio de San Antonio de Areco desde mayo de 1948, aprovechó la fecha para combinar la evocación de la figura del prócer con la inauguración de obras de embellecimiento de la costanera del Río Areco según una propuesta de desarrollo urbanístico elaborada por el arquitecto Ernesto Pellicciotta.
Por tales motivos, ese 17 de agosto del 50 se llevaron a cabo una serie de actos que comenzaron con una reunión en el mástil de la Plaza Ruiz de Arellano de delegaciones de escuelas, abanderados de las colectividades de inmigrantes e instituciones que luego se trasladaron a la Escuela N° 1, donde ya existía un busto de San Martín, para colocar una ofrenda floras. En esa misma reunión la niña Florcita Colombo recitó la poesía “El Paso de Los Andes”.
A continuación, el sacerdote Francisco Valich ofició una misa de réquiem in memorian en la Parroquia San Antonio de Padua de la que participó el coro del Colegio Santa María de la Asunción dirigido por la profesora Herminia Candal Maury.
Posteriormente una multitud de vecinos se reunió en la esquina de las calles Alsina y San Martín, donde se había montada un palco adornado con banderas argentinas y el escudo nacional y en una sencilla ceremonia el Intendente Pazzaglia descubrió una placa de bronce en memoria de San Martín que fue colocada en la pared del negocio propiedad de José Ratto.
Según escribió el semanario La Gaceta, la compacta columna de gente que recorrió la calle Alsina hasta la costanera tuvo un aspecto impresionante. Una vez a orillas del río se colocó la piedra fundamental del busto de San Martín en el parque que actualmente lleva su nombre y que en ese entonces solo ocupaba una pequeña pacerla de superficie en el predio donde había funcionado hasta 1944 la fábrica de celulosas y todavía quedaban dos viejas y derruidas chimeneas como recuerdo del antiguo molino harinero de Giovanni Zerboni, un imponente edificio de varias plantas que fue el motor principal del Areco industrial de finales del siglo XIX.
Posteriormente, el 11 de noviembre, dentro del programa de la celebración de la Fiesta de la Tradición que confeccionó la flamante Comisión Municipal de Turismo, se inauguró oficialmente la estatua del General José San Martín, una obra del escultor Luis Perlotti, ante una concurrencia multitudinaria que se concentró para escuchar el discurso del Intendente Aquiles Pazzaglia.
En dicha jornada hubo un marco imponente de público y así lo reflejó La Gaceta: “La estatua del Gran Capitán se hallaba rodeada por cuatro banderas argentinas izadas en mástiles enclavados allí, donde se levantaba también un gran altar, adornado con exquisito buen gusto, para celebrar el oficio religioso. A lo largo de la balaustrada se habían ubicado numerosos paisanos montados con sus tropillas y los carruajes, mientras el numeroso público empezó a rodear el altar y el monumento a San Martín”.
A partir de 1958, en su regreso al municipio, Aquiles Pazzaglia continuó con su proyecto en la costanera, compró los terrenos que faltaban, amplió y mejoró sustancialmente el Parque San Martín que en ese tiempo, comienzos de la década de 1960, adquirió gran parte de la fisonomía que presenta hoy en día.
Ese hecho además marcó un cambio significativo en la composición de la matriz económica de nuestro pueblo porque después de 80 años la costanera del Río Areco dejó de ser un punto de referencia de la producción industrial y pasó a ser el corazón del nuevo modelo de desarrollo de la actividad turística.