Si bien es cierto que la rivalidad entre Rivadavia y River Plate viene de lejos (oficialmente se enfrentaron por primera vez en 1936 por la vieja Asociación de Foot Ball), recién se consolidó entre principios de los años 60 y mediados de la década del 70 cuando ambos clubes tuvieron un protagonismo exclusivo y ganaron todos los campeonatos organizados por la Liga Deportiva a lo largo de 15 años.
En ese periodo, los de la Plaza Belgrano se quedaron con los títulos de 1961, 63, 65, 66, 67, 68, 70 y 74 y los de la avenida Vieytes con los torneos de 1962, 64, 71, 72 y 73. Pero además definieron varios campeonatos entre sí, disputando finales que han quedado guardadas en lo más notable de la memoria del pueblo futbolero, como fue la tercera de 1973 donde Rivadavia se impuso por un ajustado 3 a 2 con un gol de larga distancia de Orlando Sánchez, justamente el abuelo de Román que marcó el único tanto del cotejo que jugaron la semana pasada.
Pero a la par de ese crecimiento deportivo que cimentó la rivalidad, ambos clubes progresaron mucho en esa etapa de su vida institucional. Rivadavia inauguró su actual sede social de Vieytes y Del Valle el 1° de mayo de 1969 y River Plate abrió por primera vez la suya (ubicada frente al edificio del Correo, en Alvear y Del Valle) en noviembre del mismo año, hechos que le dieron un gran empuje a su inserción social al punto tal que en 1972 el Intendente Ángel Alonso resolvió que los carnavales se realizaron en calle Aristóbulo del Valle desde la avenida Vieytes hasta la Plaza Belgrano.
Más recientemente, aunque uno no se da cuenta que los años pasan volando como si fueran un suspiro, protagonizaron dos mano a mano memorables convocando a un gran marco popular.
Una de ellas fue la final de la Liguilla del Campeonato de 1997 y un poderoso equipo que dirigía Carlos Menconi derrotó al cuadro de la banda roja que entrenaba el inolvidable Mingo Martino. La otra fueron los tres partidos que disputaron en 2010 para resolver el Torneo Oficial. Allí también resultó ganador el elenco panzanegra y un gol del centrodelantero Gonzalo Leiva le abrió la puerta a una nueva vuelta olímpica, la tercera que dio de manera consecutiva, a una formación que pacientemente había armado Oscar Menconi.
En ese invierno de hace 12 años Luis Maggio y Santiago Cicarelli ya vestían la casaca de River Plate, Nicolás De Renzo dejaba hasta la última de sudor sobre el campo de juego con la camiseta de Rivadavia sobre el pecho y Joaquín Hernández deleitaba a propios y extraños con su enorme talento para jugar al fútbol.