En el carnaval de 2019 (el último que tuvo como escenario al Polideportivo Municipal José Zanetovich), la aparición de La Diablada le dio el toque definitivo a la categoría murga arequera porque perfeccionó casi al máximo posible la música, la estética y la coreografía de una formación que sorprendió por su armonía, su color y por la propuesta clara de un motivo, siempre destinado a homenajear a un artista latinoamericano.
Al principio, el lugar de reunión fue la Usina Vieja, ingresando por el empedrado del portón que da a calle Héroes de Malvinas, pero luego se afincaron en El Galpón Chamico, otro proyecto cultural que sus integrantes compartían junto a la Escuela de Arte Gustavo Chertudi, institución en la que muchos miembros de la murga eran profesores o estudiantes.
La Diablada fue prácticamente un seleccionado con los mejores músicos (en instrumentos de viento y percusión) y de artistas plásticos del pueblo desfilando por el recorrido del carnaval que en 2020 se trasladó al boulevard Zerboni y en 2021, debido a la pandemia de Covid 19, alternó por distintos puntos de la ciudad.
El encarnizado ensañamiento del gobierno de Francisco Ratto con los artistas populares, que tuvo un pico alto en el corso del año pasado, determinó que La Diablada se desactivara después de haber mostrado espectáculos magníficos con Berni (2019), Violeta Parra (2020), Torres García (2021) y Remedios Varo (2022) que deleitaron a los asistentes a una fiesta popular por excelencia, que además es centenaria, ancestral y con un altísimo valor cultural.
Para los amantes del carnaval en la etapa que nació a partir de 1994 con la aparición de este nuevo género, esas verdaderas puestas en escena de esta murga, de corta pero riquísima vida, permanecerán guardadas en el mejor rincón de la memoria.