Después de la inundación de principios de octubre de 1967, una de las más grandes que se registraron en la historia reciente, el Intendente José Emilio Ramírez llevó adelante obras muy importantes en la cuenca del Río Areco pensando también en el fomento de la actividad turística.
Fue en ese momento donde el recordado constructor de origen italiano Waltiero Cianci le dio la forma actual a las viejas compuertas construidas por don Juan Fontana a mediados de la década de 1860 y a la par se construyó la primera etapa del piletón con un dinero donado por el ex Intendente Aquiles Pazzaglia.
Ramírez, asesorado por sus funcionarios Jorge Aldasoro y Roberto Giorno, recubrió con una pared de cemento las costas del río, al pie de las compuertas, para conformar una enorme pileta con una capacidad de contención de 1.000.000 de litros cúbicos de agua.
Ese piletón, de gran atractivo para los vecinos y turistas amantes de la costanera, inicialmente mantuvo como piso el lecho natural del rio, que se fue desgastando peligrosamente con el correr de los meses y fue inaugurado en la temporada de verano de 1968-69.
La obra, de unos 800 metros lineales de murallón, costó $450 mil de la época y la municipalidad dispuso de cartelería informativa y de un cuidado permanente de vigilancia del que se encargaron ocho agentes municipales y la policía.
De esta manera la zona balnearia reforzó su fisonomía que ya contaba con la pileta del Club Náutico, ubicada en el Parque Intendente Alonso y con las antiguas piletas infantiles en la margen izquierda si seguimos el curso del agua del río.
Posteriormente, Ángel Bernardo Alonso, Intendente en el segundo tramo de la autodenominada como Revolución Argentina, completó los trabajos iniciados por Ramírez y construyó el piso de hormigón del piletón, tarea que demandó 1100 toneladas de cemento, 600 metros cúbicos de escombros y 500 toneladas de escoria de altos hornos. El proyecto fue dirigido por el ingeniero Edmundo Bass y fue ejecutado por personal de la Subdirección de Obras y Servicios Públicos del municipio bajo el mando del ya mencionado Giorno.
La inauguración del renovado piletón se llevó a cabo el 10 de enero de 1970 y la obra, que también contó con los flamantes baños, fue bendecida por el sacerdote Wandelin Rofner. En ese mismo acto, que concluyó con un vino de honor como se estilaba en aquel tiempo, Alonso les otorgó el control y la administración de la costanera a los Bomberos Voluntarios.
Al comienzo de la temporada veraniega del año siguiente, el Intendente, un hombre muy interesado por la historia de nuestro pueblo, le impuso al piletón el nombre de Negro Lechuza, en memoria del excelente nadador que fue Pedro Crisólogo Lucero, un vecino muy popular que había fallecido en un lamentable accidente de tránsito a finales de los años 40.