Joaquín “Topo” Hernández estuvo ayer en el ciclo de charlas de fútbol Historia de una Pasión. Recordó su primer acercamiento al fútbol en su Villa Lía natal y su posterior llegada a Rivadavia. “Llegué a Rivadavia de muy chico, a los 7 u 8 años”, contó, y recordó su paso por Infantiles e Inferiores del club, al que definió como “una familia”.
Además, habló de sus experiencias en El Frontón de San Andrés de Giles y Flandria de Luján la Copa Federación obtenida con Huracán, el papi fútbol y en Unidos y de su eventual regreso a Rivadavia. “Uno es de acá, estoy desde los 7 años. No tenía muchas ganas de seguir, quería descansar, pero me llamó Diego Menconi y me dijo que tenía que estar acá, que era ídolo del club, y volví”.
En el medio, estuvo suspendido durante cuatro años por incidentes en una final entre Rivadavia y San Patricio. “Terminé expulsado ese torneo y en el ínterin me consiguen una prueba en Flandria, quedo y empiezo a ser goleador en mi categoría. Pasaron dos años, me habían subido, estaba haciendo pretemporada con Primera y me llaman para preguntarme si no sabía que tenía una suspensión de cuatro años. La verdad, no sabía y no pude seguir, tuve que bancarme los cuatro años, no podía jugar en ningún lado vinculado a AFA así que desde los 18 hasta los 22 que se cumplió la sanción, me dediqué a jugar en el papi fútbol”, relató.
Después de eso, volvió a los torneos y hoy está segundo en la tabla de goleadores históricos de la Liga de Areco, a solo ocho tantos de Walter Cobo que encabeza con la lista. “Me había preparado para que este fuera mi último torneo. Había hecho una mini pretemporada a full y querían que batiera ese récord de goles. Además quiero volver a dar otra vuelta con el club, pero lamentablemente me pasó esta lesión, que fue algo inesperado”. A principios de septiembre, Hernández sufrió una fuerte lesión durante el calentamiento previo al partido entre Rivadavia y Solís, que lo tendrá durante un largo período alejado de las canchas.
De todas maneras, destacó que “lo positivo que saco es el apoyo incondicional de la gente del club y de los otros clubes. Fue algo increíble. Uno no toma dimensión de lo que puede llegar a generar no solo jugando al fútbol sino como persona”.
“El fútbol me deja buena gente, amistades, técnicos. Estoy orgulloso del lugar que me han dado. Nunca he jugado porque era el Topo Hernández sino por el sacrificio que hacía entre semana y eso quiero para mi club, que se valore el sacrificio y el esfuerzo de las personas. Rivadavia es para mí una familia”, concluyó.