Areco Baila Rock hizo vibrar anoche al Club Rivadavia en la primera edición de un festival que demostró que el rock también es tradición en nuestra ciudad.
La Biga Alada cerró la noche con un show consagratorio, quizás de los más importantes que ha brindado en los últimos tiempos, y que demostró la madurez artística que ha alcanzado la banda después de más de una década de paso por los escenarios. La Biga funciona como un engranaje bien aceitado, con Chapu Morales siempre cómodo en su rol de frontman, y Areco Baila Rock fue una excelente vidriera para mostrar esa calidad.
La banda fue el plato fuerte de la propuesta y combinó momentos de agite y rock, con otros más melancólicos y hasta de comunión con su público, devoto, que la sigue a todas partes. En un momento, Chapu incluso bajó del escenario para cantar mezclado entre la gente en una especie de ritual biguero que lo tuvo en el medio comandando la multitud y manejando con total naturalidad la energía del momento.
El de anoche fue un Chapu dueño del escenario, magnético, que tiene la confianza de quien viene haciendo esto hace muchos años y que ha ido internalizando cada canción y cada reacción del público. La Biga Alada ha logrado generar su propia mística y cada vez que toca en Areco, mueve pasiones y logra colmar el lugar donde se presente, incluso en un espacio tan grande como el Rivadavia.
Antes de La Biga, El Gato de la Abuela, la banda comandada por Wen Oviedo que también despierta el fervor de sus seguidores y tiene sus propios ritos. Para su set salieron las banderas y los pogos, en una puesta que mostró el importante avance artístico que ha dado El Gato en los últimos tiempos.
El tramo final, con una serie de versiones del rock nacional más clásico, hizo delirar a los amantes del género, que se apiñaron contra el escenario para compartir el pogo y el baile y corear cada una de las canciones.
A El Gato de la Abuela y La Biga Alada se sumaron Juani Posta y la Triple M desde San Andrés de Giles con covers de lo más clásico del rock pesado nacional, mayormente Hermética y Almafuerte para los amantes del género, y Faro, una joven banda de nuestra ciudad que está dando sus primeros pasos y busca consolidar su sonido y mensaje de esperanza.
Areco Baila Rock fue una apuesta fuerte a demostrar que hay espacio para este tipo de propuestas, que el público responde y casi que hasta las demanda. Claramente, nuestra ciudad tenía una vacancia ahí, porque el público respondió masivamente. La organización supo detectar y subsanar esa falta con la calidad que ya identifica a sus producciones peñeras y que ahora se expande a otros géneros. Un excelente arranque para lo que, ojalá, sea una tradición también.