En una interesante entrevista con Días de Areco, Mabel Fernández analizó la movilización que ayer ganó las calles del centro de la ciudad pidiendo justicia por el femicidio de Lucía Mujica.
A lo largo de la conversación, la docente, una verdadera luchadora por los derechos de la mujer, se mostró optimista con el rol que asume la juventud en los reclamos para revertir esta situación generada por siglos de prevalencia del patriarcado.
¿Qué impresión le dejó la marcha de ayer?
“No suelo ir a las marchas. Acostumbré a mantenerme como los monjes, en una especie de clausura, y lucho con otras armas. Pero no sé porque, pero esto me tocó de una manera particular. Sentí en el ambiente una tensión muy fuerte, como si el sol que tuvimos esa tarde hubiera estado atravesado por una neblina azul en el alma del pueblo. Eso, el alma del pueblo está atravesada por una neblina azul. Hay gente, cosa que me asombra, que no conoce lo que pasó pero hay otra que está muy comprometida. El grupo de chicas que vimos en la plaza. Esa es la gente que necesitamos para cambiar la realidad. Pero ojo, que la bronca, y yo he tenido bronca, que la impotencia por lo que pasó, no nos haga perder la calma”.
¿Qué reflexión puede hacer sobre este presente de la mujer, de la lucha por sus derechos?
“Este es un hecho que primero refleja los siglos de historia que tenemos detrás, con el patriarcado y los arquetipos que fuimos construyendo. Esto es lo que pasa en el mundo pero el asunto es qué hacemos con esa realidad. Acá hay un punto en el que me gusta insistir: el trabajo empieza por mí. Si miramos la historia vemos que no todas nuestras ancestras se la bancaron, por algo hubo mujeres condenadas por brujas. Estoy cansada de decir que originariamente bruja significa, en la neoespiritualidad femenina, mujer sabia. Siempre hubo mujeres luchando por sus derechos. Desde el origen de la historia la mujer fue cargada de un montón de cosas por su poder. Una aclaración necesaria: el poder de la mujer no es el poder como lo entiende el hombre ni como lo entiende esta sociedad patriarcal. El poder de la mujer pasa por otro lado”.
¿Por dónde pasa el poder de la mujer?
“El poder pasa por la sanación, por la conexión, por la intuición, por la percepción global de las cosas. La mujer ve el bosque, el hombre ve el árbol. La mujer era la comadrona, la que sabía de medicina y de yuyos, la que recibía a los recién nacidos y acompañaba a la parturienta pero también era la que lavaba los cadáveres, los ungía. La mujer estaba en la llegada y en el fin de la vida. Todas esas cosas hubo que quitárselas. Entonces venimos viviendo siglos de violencia, en una cultura que nos obliga constantemente a usar caretas. Si te sacás la careta sos una loca pero el mundo no hubiera cambiado sino fuera por los locos. Esos que se sacaron la careta y empezaron a pelear en contra, a pesar de todas las prohibiciones habidas y por haber establecidas por el patriarcado. Detrás de todo esto, llegamos a esta situación. ¿Ahora cómo la revertimos?”
¿Cómo se revierte esta situación?
“Creo que la revertimos educando. Enseñando no solo en el conocimiento sino en que no hay que mirar para otro lado. Mis bisabuelas se deben haber recontra callado. Por ahí, nuestras madres miraban para otro lado. Yo (y esto no le pasó a toda mi generación), grité cuando fue necesario. Me consideraron una rebelde pero cuando planteé cosas me escucharon. Conocer, saber porque si no conocés no podés actuar, no podés discernir y te quedás con lo que dicen los medios de comunicación. Ese tipo de periodismo, que vi en la cobertura de este hecho de Lucía, manipula, mete la mano en la herida hasta el codo y encima la revuelve para tener dos puntos más de audiencia. Eso no puede ser y son las cosas que tenemos que revertir”.
¿Tiene esperanza al ver la movilización de ayer, que fue masiva?
“Claro que sí. Me lleva a ver a la juventud interesada. La juventud está actuando en el futuro que los viejos les dejamos y que no cuidamos. Acá hay una juventud que está tomando las riendas, que está entrando en acción y que les está diciendo a los políticos que hay una realidad que deben atender. Ya no se puede mirar para otro lado ni tapar la realidad. Estoy hay que revertirlo pero con amor, con justicia, con la ley, con una ley que cuide porque si seguimos así… Esta movilización es súper esperanzadora. Tengo mucha fe en la movilización de estas chicas siempre y cuando no se dejen enceguecer por la cólera. Creo que después de ese estallido que hubo y que el péndulo se fue para un costado, ahora está volviendo para el centro y en ese centro nos vamos a encontrar con los hombres. El patriarcado se encargó de poner a las mujeres en la vereda de enfrente cuando somos complementarios. Como sociedad tenemos que lograr el equilibrio entre las energías, de lo femenino y de lo masculino. No creo que esto sea una utopía. Mi generación tuvo una utopía pero se la hicieron mierda, pero tengo esperanzas de que esta gente movilizada no se dé contra la pared si no pierde la brújula”.