La esquina de Arellano y Mitre es una de las más emblemáticas y tradicionales de nuestra ciudad.
A principios del siglo XX funcionó allí la tienda La Favorita, de Ángel Rafael Alonso, un comerciante español que desde muy chico se radicó en la Argentina y que fue Intendente municipal en 1928, lapso en que realizó trabajos de forestación en la costanera del Río Areco, desde el Puente Viejo hasta la calle Alsina, razón por la cual ese parque lleva su nombre a partir de 1948.
Ya en la década de 1920 la familia Arrondo abrió en ese lugar el Bar Tokio que mantuvo la puerta de ingreso principal por la ochava.
El establecimiento fue cambiando de dueños hasta que en 1941 la sociedad comercial que conformaron Teófilo Domínguez, el padre de Tito el primer Intendente de la recuperación de la democracia, y Felipe Hernández, el abuelo materno de Emilio Barletti, reformó por completo la antigua casa y bajo el diseño del arquitecto Ernesto Pellicciotta le dieron un aspecto renovado y moderno al nuevo edificio del Bar Tokio.
El frente exterior ofrece todavía hoy un estilo arquitectónico colonial modernizado, con amplios ventanales que permiten observar el movimiento de la calle y tener una singular perspectiva de la Plaza Ruiz de Arellano.
En el salón interior, tal como lo hacían en las grandes confiterías de la Capital Federal y de Rosario en aquel entonces, se instaló una gran heladera equipada para fabricar helados a la vista del público, una máquina para preparar café y una radio vitrola. También se reservó un espacio para reuniones familiares y fiestas separado del bar, donde cotidianamente se reunían muchos parroquianos, por cuatro grandes vitrinas. Además, durante mucho tiempo esa esquina fue la parada de colectivos de media y larga distancia.
Más tarde Felipe Hernández, que falleció en febrero de 1965, se hizo cargo del Hotel Mitre y Teófilo Domínguez se mudó al barrio de Once, donde funcionaba la antigua terminal de ómnibus, para seguir trabajando en el rubro gastronómico.
Con el paso de los años el Tokio fue cambiando de dueños y por allí pasaron, entre otros apellidos muy conocidos en el acervo popular, Blanco, Giampierto, Caríssimo y la señora Lafonte, la madre del ex futbolística Gabriel Ojeda que en 1998 murió en un accidente de tránsito, hasta que la confitería cerró sus puertas por más de una década larga.
Finalmente, en los primeros años del siglo XXI, mediante una fuerte inversión económica, El Tokio volvió a abrir sus puertas y más allá de las reformas que se llevaron a cabo, sobre todo en el interior del edificio, se conservó casi con total fidelidad el frente construido en 1941. Inclusive, aportando un delicado y sutil detalle histórico que pocos conocen, se volvió a colocar una placa muy vieja, que originalmente se descubrió en junio de 1921 en el marco de un homenaje que la Municipalidad organizó para conmemorar el centenario del nacimiento de Bartolomé Mitre.