Andrea Vigil, egresada de la UNSADA en la carrera de Gestión de Patrimonio Cultural, mantuvo una interesante conversación con Días de Areco sobre la conservación del patrimonio funerario de San Antonio de Areco y puso en valor la relevancia del relato histórico donde prevalecen las sepulturas de los inmigrantes.
A lo largo de la entrevista, la Licenciada explicó que existe un contraste claro entre el discurso tradicionalista consolidado en la década de 1930 como una construcción política y lo que realmente surge estudiando a fondo la historia del sector más antiguo del cementerio, tarea de la que puso como ejemplo a la inmigración irlandesa del siglo XIX que cumplió un rol muy importante en esta zona de la provincia de Buenos Aires, sobre todo en la difusión de la agricultura.
¿Qué valor tiene para una sociedad conservar y conocer su patrimonio funerario?
“Tenemos que pensar que una de las razones de por qué se preserva el patrimonio cultural y natural tiene que ver con la memoria de los pueblos. Entonces, cuando ese patrimonio se deteriora, en ocasiones hasta un punto tal que ya no se puede recuperar, estamos perdiendo cuestiones que hacen justamente al ejercicio de la memoria y nos quedamos sin ese apoyo material como puede ser el patrimonio funerario para poder pensar y analizar distintos aspectos de nuestra historia”.
¿Qué historia encontramos en el sector más antiguo del cementerio?
“De la que parte que conocemos como el sector viejo del cementerio, con mucho valor histórico, estudié 64 manzanas donde se fueron ubicando las distintas estructuras. Allí noté que si bien en la ciudad de los vivos donde nos movemos todos los días hay un discurso cultural y político hegemónico que tiene que ver con este Areco tradicional, podríamos pensar que esto se tendría que ver reflejado en el cementerio porque los cementerios son como una especie de espejo de esa ciudad viva, pero no es así. Los valores que tienen que ver con lo tradicional dentro de ese sector histórico no son relevantes. Si bien están la sepultura de Ricardo Güiraldes, que además es sepulcro histórico nacional, y de Segundo Ramírez, no se ven reflejados en el cementerio y queda claro que ese discurso no es más que una construcción social que se da a partir de la década del 30 con el gobierno de Fresco en la provincia y de Pepe Güiraldes acá”.
¿Cuál es el relato social y cultural predominante en la parte histórica del cementerio?
“En esa parte del cementerio, el relato que podríamos llamar hegemónico no lo es sino que lo que surge como preponderante tiene que ver preferentemente con la inmigración. Podemos ver que en la parte más antigua están los irlandeses con enterramientos que van desde 1853 a 1901 y que son de los más viejos que hay en el cementerio. Cuando llegaban a la Argentina los irlandeses se empleaban en tareas del puerto, en saladeros y cuando no lo conseguían se aventuraban tierra adentro y llegaban a lugares como el nuestro, o a Duggan sin ir más lejos, localidad que tiene el nombre de una de las primeras familias que poblaron la zona. Venían porque la tierra, el clima, les permitía poner en funcionamiento su bagaje cultural, sus saberes que mayormente tenían que ver con la agricultura. Entonces acá vinieron a hacer eso, entre otras cosas la cría de ovejas. La comunidad irlandesa ayudó en la diversificación de las razas de ovejas, introdujeron mejoras en la agricultura a través de las primeras maquinarias por lo tanto cumplieron un rol muy importante”.
¿Cómo se refleja este concepto histórico en las sepulturas de los irlandeses?
“En las tumbas de los irlandeses, que están en el sector más viejo del cementerio, no vamos a encontrar división entre clases sociales sino que está todo mezclado en tierra y en algunas bóvedas, cosa que no pasa del otro lado del sector histórico que sí tiene una diversificación en torno a las clases sociales. Ellos enterraban a sus muertos de la misma manera que lo hacían en su país de origen, manteniendo ese ritual. Por lo tanto los vamos a ver enterrados en tierra, que no usaban tapas de material para las sepulturas y crecía pasto sobre la tumba. Los irlandeses tenían una relación particular con la tierra, de hecho eran agricultores, vivían de trabajar la tierra. Lo que sí encontramos son lápidas de mármol blanco, escritas en inglés porque mantenían también su idioma de origen pero eran escrituras con muy pocas referencias, solo el nombre de la persona fallecida, la fecha de nacimiento y de muerte, el lugar de procedencia y no mucho más”.
¿En esas sepulturas también se ven reflejadas las creencias religiosas de los irlandeses, que eran muy fuertes?
“Lo que sí hay son símbolos que remiten a sus creencias religiosas. Sabemos que los irlandeses son católicos por eso vamos a encontrar símbolos como las palomas, que reflejan la presencia del Espíritu Santo, lo etéreo del paso de la tierra al cielo, la cruz sobre el orbis, que no es otra cosa más que con el concepto del triunfo del catolicismo en la tierra. Esto se ve mucho en este sector del cementerio donde están enterrados los irlandeses”.