A las siete y media de la tarde del viernes 15 de febrero de 1943 se desató un incendio de gran magnitud en la vieja fábrica de celulosas, un enorme y antiguo edificio de varios pisos de altura propiedad de la Compañía Química Sudamericana que se encontraba enclavado en la costanera del Río Areco, donde hoy está el Parque San Martín. El fuego destruyó un galpón, maquinarias y una importante cantidad de estopa que se encontraba almacenada en el lugar.
La causa del siniestro se atribuyó a las chispas de un motor eléctrico que hacía funcionar a una trilladora que rápidamente alcanzó llamas de grandes proporciones que se fueron expandiendo a otras dependencias de la fábrica.
En un principio fueron los propios obreros de la empresa (trabajaban allí más de 300 operarios) los que combatieron el fuego con varias líneas de mangueras pero luego llegaron efectivos policiales de la comisaria y de la caminera ubicada sobre la Ruta Nacional 8 y muchos vecinos que intentaron colaborar con la tarea pero que se alejaron por disposición de las fuerzas de seguridad. Según las crónicas periodísticas de la época, unas 2000 personas se acercaron hasta la zona del incendio.
Cerca de las 23 horas llegó una dotación de Bomberos Voluntarios de Mercedes, que asistidos por un moderno autobomba colaboraron para sofocar el fuego. La lluvia que comenzó a caer sobre la madrugada ayudó a extinguir definitivamente el incendio.
En ese entonces San Antonio de Areco todavía no contaba con un cuerpo de bomberos propio, una institución que recién se fundó varios años más tarde, a finales de la década de 1950.
Los daños y pérdidas por el incendio fueron significativos porque se destruyó en su totalidad el galpón donde se originó el fuego, las maquinarias que estaban allí, algunas de ellas nuevas y sin instalar, un tinglado contiguo donde había una abundante cantidad de paja de lino y toda la estopa almacenada.
Si bien el costo de lo perdido por el fuego fue calculado en más de 250 mil pesos moneda nacional, la fábrica volvió al funcionar el lunes siguiente pero a mediados de 1944 la empresa cerró sus puertas definitivamente y esa construcción donde durante décadas había trabajado el molino harinero de Giovanni Zerboni fue demolido.