La campaña de Rivadavia en este Torneo Apertura estuvo marcada por la irregularidad en su rendimiento colectivo.
Arrancó con dudas, cambiando nombres y rotando posiciones sin encontrar el funcionamiento adecuado. En las primeras fechas empató 0 a 0 con Villa Manchi, goleó a Robles (su verdugo en el Repechaje), perdió 3 a 0 con San Patricio y venció 3 a 2 Unidos pero sin convencer.
Ese triunfo ajustado ante los de la calle Sarmiento fue el primer eslabón de una cadena de victorias y de una mejoría en sus actuaciones que encendieron el entusiasmo de los hinchas ya que con una producción futbolística notable le ganó 4 a 1 a San Carlos en la jornada 5. Luego igualó 1 a 1 con Huracán pero después se quedó con el clásico frente a River Plate (3 a 1) y se trajo los tres puntos que aseguraron su clasificación desde Capilla.
En esos partidos consiguió cierto equilibrio defensivo, reapareció Leandro Camino, recuperó esa mística que le permitió arañar el título en el Clausura 2021 y el tridente ofensivo que conformaban Joaquín Hernández, Alejandro Luque y Diego Arce rindió a pleno.
La derrota a manos de San Antonio (1 a 2) en la última fecha de la Ronda de Clasificación encendió algunas alertas porque el cuadro panzanegra solo alcanzó a jugar bien durante quince minutos, Luque se fue lesionado, Marcos Olase llegó a la quinta amonestación, Camino vio la tarjeta roja y Arce hizo notar su ausencia al margen de la vuelta del explosivo Tomás Gallardo. Todo junto en una misma tarde.
Ante Robles, en la contienda que terminó en la prematura eliminación, hizo un aceptable primer tiempo y después del gol de Matías Da Silva apeló más que nada a su coraje para lograr un empate agónico que lo llevó hasta los penales, definición en la que le faltó puntería para ganar.
De todas formas el paso de Rivadavia por este primer campeonato de 2022 deja algunas cosas positivas:
– La increíble vigencia de Joaquín Hernández y la sociedad que puede armar con el zurdo Luque y con el peligroso Tomás Gallardo.
– El retorno de hombres de experiencia como Nicolás Barañuk, Luis Romero y Juan Menconi. Estos dos últimos volvieron luego de superar sus lesiones.
– La vuelta de Laureano Leguizamón, que cuando mejoró en el aspecto físico mostró su capacidad para convertirse en el armador del equipo.
– La consolidación en Primera División de Román Sánchez y Valentín Griguelo más la aparición de los juveniles Ezequiel Heredia y Tobías Álvarez que fueron sumando minutos entre los mayores.
– El respaldo que ofrece desde el arco Ramiro Ciaffardini y la nobleza incansable de Nicolás De Renzo para jugar en el puesto que lo necesiten.
– Pero sobre todo puso de manifiesto que es capaz de generar un fútbol de alto vuelo, vistoso y efectivo, acompañado de una mística histórica que sacó a relucir en varios momentos puntuales.
Un párrafo final: al elenco de Diego Menconi solo le falta conseguir un rendimiento conjunto más estable, más regular y más parejo para sostener sus esperanzas en lo que queda del año porque tiene unos cuantos atributos futbolísticos que sirven como un valioso punto de partida para buscar la revancha.