Silvio Menconi habló con Días de Areco sobre la preocupante situación de salud mental y consumos problemáticos que se vive en la ciudad, sobre todo entre jóvenes.
El militante social aseguró que el Municipio abandonó el trabajo territorial y llamó a apostar de manera urgente a la prevención para evitar más daños irreversibles en la comunidad.
“Todo el mundo sabe de mi militancia social de muchos años, sobre todo pero no solo desde el arte y el teatro independiente. También sabemos, por supuesto, que estuve seis años a cargo del equipo de niñez y trabajando articuladamente con el área social, y a pesar de que pasaron ya muchos años, nunca ha perdido el contacto con los barrios, las madres y los pibes. Lo hago no solo desde mi profesión de abogado y desde el arte independiente, sino también ahora desde la psicopedagogía”.
¿Qué panorama encontrás en Areco?
Me encuentro con un panorama muy desolador que tiene que ver básicamente con la falta de territorio de los equipos. Hoy tenemos un gran déficit en ese sentido, tanto de los equipos de social, salud mental y niñez. No se está saliendo a los territorios. Si bien los que trabajamos en el ámbito de social sabemos que la demanda diaria consume mucho tiempo, también tenemos que pensar en equipos y figuras políticas que se comprometan. Hoy, la Secretaría de Desarrollo Social tiene más técnicos que figuras políticas que puedan pensar el trabajo de abordaje territorial, de seguimiento, de detección de los conflictos para ganar tiempo y prevenir”.
¿Qué es lo que le falta a esas áreas?
“Me parece que en ambas áreas lo que está faltando es un trabajo político, una figura política que piense las políticas públicas, los abordajes, la organización de los equipos para que haya abordaje de las urgencias, seguimientos, promoción y prevención. En la gestión de Durañona, de la que formé parte, los equipos estaban permanentemente en la calle, más allá de que por supuesto había trabajo en los escritorios. Tenemos que pensar y estar muy conscientes que cuando los conflictos llegan a las oficinas, es porque falló la detección, la prevención y la promoción. Eso es lo que estamos viendo muy claramente hoy”.
¿Qué les dicen las familias ante esa falta de respuestas?
“Hay un patrón en todos los casos que se viene repitiendo, que es precisamente la falta de acceso a los turnos, a tratamientos, pero sobre todo de trabajo territorial. Hemos recibido testimonios de madres que piden ayuda urgente para sus hijos y les cuelgan el teléfono o les responden ‘veme el lunes a las 10 de la mañana en una entrevista’. Hay un protocolo que se tiene que activar, que cualquier persona que trabajó en el ámbito público lo tiene que conocer. Tenemos un sistema de salud mental en el que la doctora María Marta Barrera trabajó mucho y lo formó en la gestión de Paco. Así logramos que hoy en el hospital tengamos una guardia de salud mental, pero resulta que la respuesta ante una urgencia específica que se juega la vida de una persona sea ‘vení el lunes a las 10 de la mañana para una entrevista’ cuando ahí se tiene que activar un protocolo, presentarse el personal de salud con el psicólogo de guardia, abordar la situación”.
¿Y la cuestión judicial?
“Hay algo más que también se repite: ‘yo sé quién vende, sé dónde’. A mí no me interesa meterme en lo político o en lo policial ni en lo represivo, pero es cierto que también tenemos que poner sobre la superficie las complicidades políticas y las connivencias judiciales y policiales. ¿Qué sucede con las investigaciones policiales? ¿Qué sucede con la lucha contra los dealers? Necesitamos interpelar al poder sobre lo que está pasando. Porque si los patrones se repiten, es porque hay algo que no está funcionando. Invito a los equipos de salud mental, de social, de niñez, a que estén en los territorios. Hay un montón de gente que no llega a social, ni al CIC ni al hospital y que está padeciendo en silencio. Entonces me parece que hay que reforzar y salir a la calle. Hay que reforzar los equipos de seguimiento y de abordaje trabajando particularmente con la familia, con los contextos, con la escuela y con todos los actores que intervienen en un proceso tan complejo, pensando en una mirada integral”.
¿La crisis generalizada empeora la situación?
“La crisis económica y social es muy profunda y eso se ve reflejado en nuevas formas de consumo problemático en los adolescentes y jóvenes. Vemos con mucha preocupación las formas de consumos actuales. Me parece que es importante decir y poner en la superficie que hoy los pibes están fumando paco y crack, una realidad que no se veía en Areco hace tres, cuatro o cinco años atrás. Esto habla precisamente de la gravedad de la situación. El daño neurológico en los pibes es irreversible, lo mismo que el riesgo para sí mismos y para terceros”.
¿Qué se puede hacer ante esta situación tan preocupante?
“Desde que asumió el gobierno de Ratto no hay estadísticas oficiales de violencia de género, de suicidio, de vulneraciones de niños. Pero estas situaciones se van sabiendo en el pueblo que no se resuelven desde un escritorio, se resuelven con políticas públicas y se está llevando vidas. Entonces, ¿qué hacemos con todo eso? Ante la falta de respuestas, lo único que nos queda es interpelar, organizarnos, nombrar las cosas por su nombre y trabajar en la prevención, la promoción y la reducción de daños, en el diálogo y el acompañamiento. Estamos tratando de formar un equipo que interpele un poco ante tanto daño, porque sabemos que la respuesta debe siempre ser social y sanitaria y esto tiene que ver con la información, con la promoción y prevención, con el trabajo territorial, con la reducción de daños y la minimización de riesgos. Recuerdo que en la gestión del doctor Durañona creamos un dispositivo que hablaba de eso, desde esta mirada de reducción de daños y minimización de riesgo. Me parece que hay que informar, educar y trabajar nuevamente en la prevención”.
Sin embargo, el Intendente no habla de estos temas…
“El silencio del Intendente es muy grave. En un contexto de incitación a la violencia de parte del gobierno nacional de extrema derecha, que primero demonizó los movimientos sociales, después las marchas de los jubilados y a las universidades, el Intendente no se pronuncia sobre la violencia política que generan los discursos de odio desde el poder. Si desde el máximo poder piensan que hay que exterminar al adversario, que hay que matar a Cristina, ¿qué queda para los barrios? Hay una sociedad muy crispada que finalmente termina deshumanizada. A mí me preocupa mucho realmente que el Intendente no se pronuncie”.