En una conversación a fondo con Días de Areco, Soledad Fernández analizó el difícil contexto social que vive San Antonio de Areco, que registra dos femicidios en los últimos 13 meses como casos extremos de violencia familiar y de género.
Fernández, que es Licenciada en Trabajo Social graduada en la Universidad de Buenos Aires, ofreció opiniones a tener en cuenta sobre la falta de instituciones civiles que compartan con el Estado municipal la responsabilidad de atender un tema tan sensible y mostró preocupación por el “desguace” de las políticas habitaciones que hizo el gobierno de Francisco Ratto.
Durante la entrevista, Fernández destacó la labor de los trabajadores sociales y llamó a repensar las condiciones que realizan su labor diariamente.
El femicidio de Lucia Mujica la llevó a reflexionar sobre la situación social de San Antonio de Areco y expresarlo públicamente en el Concejo Deliberante…
“La semana pasada, después de la marcha, hablé en el Concejo Deliberante. No era algo planeado pero ya son muchos años de trabajo con personas en situación de vulnerabilidad social, no solo con problemas de violencia sino que viven en condiciones de precariedad, de pobreza y con la privación de derechos humanos fundamentales. De eso se trata la labor de una trabajadora social, somos un puente para que la persona acceda a sus derechos. Bueno, en este marco tuve ganas de pensar, de expresarme sobre este momento porque a mí me golpeó muy fuerte lo de Maru Ramón porque además era mi compañera de trabajo”.
Usted habló sobre la difícil tarea que diariamente cumplen los trabajadores sociales…
“Me parece que es necesario darle un poquito de voz a las personas que trabajan con gente en las áreas de social, de educación y no solo en el Municipio, en escuelas, en ANSES, en PAMI en IPS, en el Centro Educativo Complementario, en los comedores. Existe lo que se llama el síndrome de burnout que además de psicológico es un fenómeno sociológico y lo vive cualquier persona que trabaja con personas que tienen problemas sociales, poniendo el hombro, el cuerpo, el oído y el corazón lo ha sufrido. En un momento todos sentimos como que la nafta no alcanza y pensamos en cambiar de profesión o de rumbo laboral cuando pasan situaciones terribles como un femicidio. Ante esto creo que debemos pensar qué se puede hacer para prevenir las situaciones de violencia y en parte esto pasa por mejorar las condiciones de trabajo de las personas que se dedican a estar con gente con distintos problemas sociales, sean profesionales o no. Hablo de las personas que trabajan con gente que no tiene que comer, que no tiene donde dormir, que tal vez no tienen una familia que los contenga. Cuando una familia no tiene para comer, no hay un hecho más violento que ese. Entonces hay que mejorar las condiciones de trabajo de los que se encargan de estas labores”.
¿Cómo es este síndrome de burnout?
“Sentimos y nos preguntamos por qué y para qué estamos en este trabajo. Muchas veces se habla de capacitar pero en Areco, en los últimos 10 años, hubo mucha capacitación sobre el abordaje de situaciones de vulnerabilidad social y violencia pero eso no es suficiente. Hay toda una estructura que hay que mejorar con protocolos estandarizados para que haya soluciones más claras y que los ciudadanos también sepan de qué se trata ese protocolo. Ver si la cantidad de profesionales y administrativos es la que se necesita y no me quiero olvidar de las condiciones salariales de los trabajadores que deben recibir un sueldo digno, en blanco, con estabilidad tanto en el Estado como en el sector privado. Es hermoso cuando se pueden aportar soluciones pero la verdad es que pocas veces pasa. Pienso que las personas que sufren violencia de género y familiar, que tienen problemas de vivienda, son las que mejor atendidas deberían estar por gente que esté mejor formada y que pueda hacer su trabajo con comodidad. Este es un debate que debemos dar”.
¿Cómo es la labor cotidiana de un trabajador social en el Municipio?
“Los trabajadores sociales siempre tenemos puesta la camiseta del laburo, más allá del partido político al que uno pueda pertenecer. Cuando hay situaciones así trabajamos unidos más que nunca pero todos los días hablamos entre nosotros para poder ayudar a familias enteras de San Antonio de Areco. Tenemos comunicación permanente, trabajamos en red con las escuelas y otras instituciones. En el laburo diario no existe esa grieta ideológica porque trabajamos todos los días para resolver problemas. Hoy vemos que no hay tantas instituciones intermedias que se ocupen del tema social, además de que el Estado municipal es más chico y con menos recursos. No hay instituciones civiles o del sector privado que se repartan esta atención social con el Estado”.
¿Cuál es la raíz o el fondo de los problemas sociales que vivimos en San Antonio de Areco?
“Podría hablar de muchas cosas pero lo habitacional es lo que atraviesa todo. Sin solucionar este problema es imposible prevenir la violencia que muchas veces es la consecuencia de todo lo que pasa antes. Yo trabajé en el área de vivienda en la época de Paco y fue una gran alegría cuando recibimos los módulos habitaciones del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Recuerdo los loteos que se hicieron desde el Banco de Tierras primero y desde la Agencia de Hábitat después. La vivienda tiene que ver mucho con la violencia de género porque, ¿cómo se deja a la persona que te violenta si no tenés lugar donde vivir? Cuando se fue Durañona de la Municipalidad vi cómo el nuevo gobierno que llegó desguazó la política de hábitat. Dejaron solo una coordinación, echaron a los arquitectos y a los compañeros que hacían ese trabajo y a los que quedaron no los dejaban laburar. Pasamos de trabajar todo el día con Paco a no tener nada para hacer con el gobierno de Ratto. A mí me trasladaron al OMIC por mis pensamientos políticos. En ese momento no me animé a hablar pero fue muy difícil porque echaron también a los abogados que estaban en la agencia trabajando con los alquileres, con las usurpaciones. Si había algo que no había que hacer era desmantelar esa Agencia de Hábitat sino ampliarla. Ahora veo que están haciendo algunos proyectos con la financiación de materiales y de conexiones a la red de cloacas pero no entregaron ningún terreno nuevo en tres años porque los que entregaron eran remanentes de la gestión de Durañona. Repito que si no nos ponemos de acuerdo en cosas básicas y estandarizadas, cada 4 u 8 años vamos a tener que repensar la situación social de nuestros vecinos”.