En diciembre de 1969 el Intendente Ángel Bernardo Alonso decidió retirar los adoquines de las calles Alsina y Arellano y reemplazarlos por hormigón. La tarea, que tomó a su cargo la Cooperativa de Pavimentación con la colaboración de la Municipalidad, fue ardua, lenta y su primera etapa se extendió hasta 1974 cuando ya estaba al frente de la intendencia el peronista Juan Carlos Mauricio Tapia.
Los adoquines se colocaron entre 1926 y 1928 en un radio del pueblo que se extendió por calle Alsina, desde Lavalle hasta Guido, Arellano, desde Matheu también hasta Guido, Mitre, desde Belgrano hasta Arellano, Segundo Sombra hasta Zapiola y Lavalle, General Paz, San Martín, Alvear y Guido entre Alsina y Arellano.
Con el paso de los años y el lógico aumento del tránsito esas calles se fueron deteriorando y eso obligó a buscar soluciones y mejoras para su mantenimiento diario. La primera de ellas fue en la administración de José Emilio Ramírez, Intendente en el primer tramo de la Revolución Argentina, que contrató a la empresa D’Angelo para que colocara una capa asfáltica sobre los mismos adoquines pero el proyecto no dio resultado y la constructora rescindió su contrato en mayo del 69.
La Cooperativa de Pavimentación, que tenía sus oficinas en un local del Centro de Comercio (donde hoy atiende la Defensoría del Pueblo de la provincia de Buenos Aires) y había montado su obrador en el predio ubicado en Bolívar y Azcuénaga (actualmente la sede del CEF 127), contrató a la empresa de Raúl Terza y la Municipalidad aportó maquinarias para la preparación de la base. La financiación contó con el respaldo de un crédito para los frentistas del Banco Provincia y de la propia cooperativa.
La obra marchó muy lentamente y generó inconvenientes en la circulación por las principales arterias comerciales del centro económico y administrativo de una ciudad en pleno crecimiento.
En 1981, Ángel Alonso regresó a la municipalidad como Intendente por el Proceso de Reorganización Nacional y completó la tarea que había quedado pendiente y retiró los adoquines de las calles General Paz, San Martin, Mitre y Segundo Sombra.
Fue en ese momento que Alonso decidió que los adoquines se preservaran en torno a la Plaza Ruiz de Arellano y en la continuidad de Arellano hasta Matheu para mantener presente el testimonio histórico de una época muy rica, la década de 1920, de la evolución de San Antonio de Areco como sociedad organizada.