El asfalto del bulevar Zerboni, desde Zapiola hasta Moreno, está lleno de pozos como si San Antonio de Areco fuera una ciudad bombardeada.
Justo frente al Mástil del Bicentenario, en la esquina que se forma con Héroes de Malvinas, hay dos “cráteres” muy grandes (que inclusive hundieron la loma de burro que oficia como reductor de velocidad) que literalmente impiden la circulación normal de los vehículos.
Algo similar ocurre a la altura del Puente Viejo, una postal bien arequera que recorre el mundo entero y en la entrada del camino de la costanera que concluye en el Club de Pescadores, pasando por el predio de Centro Deportivo San Patricio y el camping de River Plate dos puntos muy concurridos por visitantes y vecinos.
Esa zona es el corazón del centro turístico y debería estar sumamente cuidada, linda, prolija, pero sin embargo no es así. Además el cobro de estacionamiento medido, con altos valores por hora o por estadía prolongada, también conspira contra la actividad de los comerciantes, artesanos y pequeños productores que tienen sus puestos de atención y venta en el Triángulo, el Parque San Martín y el Parque Alonso.
En la mayoría de las calles del pueblo hay cientos de pozos y baches de todos los tamaños y es la principal queja del vecindario para una administración municipal como la de Francisco Ratto, que más allá del marketing que intenta como mecanismo de propaganda en las redes sociales, empeoró la calidad de vida de los arequeros en cualquiera de los aspecto que se lo quiera considerar.