Alejandro Orlando fue hasta hace poco entrenador de la primera del básquet masculino del Club Tempestad. Después de lograr el bicampeonato, ahora tiene otros rumbos: comenzó a dirigir en Arrecifes, convocado por el Club Ricardo Gutiérrez de esa localidad.
En esta charla con Días de Areco, recordó sus inicios con el básquet, habló del rol del entrenador y destacó la importancia del deporte.
¿Cómo arrancaste con el básquet?
“Con el básquet arranque muy chiquito. Tendría cuatro o cinco años y empecé a ver que mis amigos iban a jugar, así que le pedí a mi mamá que me llevara con ellos a básquet. Arranqué en el Gimnasio Saigós, que fue mi primera escuela, y con ese mismo grupito empezamos a tener un sentido de pertenencia con el deporte. Después vino la llegada al Club Tempestad y ahí consolidamos una categoría. Me acuerdo que teníamos 11, 12 años, éramos categoría preinfantil e infantil, y ganamos dos o tres campeonatos. La verdad que estábamos muy bien. Ahí fui creciendo como jugador, me desarrollé completamente en todas las categorías formativas y después me terminé haciendo fanático del club y del deporte como lo soy hoy, por demás, te diría”.
¿Cómo decidiste ser entrenador?
“A los 33, 34 años decidí no jugar más, pero no quería desligarme completamente del deporte y opté por pasar del otro lado de la línea, como decimos nosotros, y convertirme en entrenador. Creo que para mí fue transcendental que en ese ínterin me recibí de profesor de educación física, que tiene mucho que ver el trabajar con los chicos, la parte pedagógica y didáctica, y a partir de ahí opté por un rol de entrenador. Empecé con las categorías formativas, las categorías inferiores y los chiquitos y me fui capacitando porque obviamente la carrera de entrenador de básquet existe y tiene tres niveles, el año pasado terminé el nivel tres, lo que me permitió crecer un montón”.
¿Cómo fueron tus primeros pasos como técnico?
“Arranqué con los más chiquititos porque justamente también es el rol del profe y me gustaba mucho, pero también veía muy desafiante poder dirigir la categoría mayor de un club. Mi primer equipo fue un proyecto que surgió hace un tiempo y después, por cuestiones de la vida, se disolvió, que fue el básquet de la Sociedad Italiana. Después me contactaron de Tempestad y llegué ahí, logramos armar un equipo fuerte y un grupo muy unido con objetivos claros. Logramos un bicampeonato en tres años”.
Ese bicampeonato fue un logro muy importante…
“Eso fue un punto clave. Tempestad es el club del pueblo en relación al básquet, el único que tiene competencia en ese deporte y debe tener más de 60 años en eso, pero tiene solo dos títulos oficiales de liga hasta ahora y son los dos que ganamos con el equipo. Uno se siente muy agradecido por la oportunidad y por el objetivo logrado, porque no fue fácil”.
¿Cómo surgió la oportunidad de ir a dirigir a Arrecifes?
“Cuando salimos campeón por primera vez en la cancha de Quilmes de Mercedes, al terminar ese torneo, el club Ricardo Gutiérrez de Arrecifes me vino a buscar para ser asistente de la categoría mayor. Quería terminar la carrera de entrenador de básquet, así que lo dejé pasar y logramos el bicampeonato con Tempestad. Ahí se volvieron a contactar conmigo y decidí decirles que sí. Esto es netamente un desafío personal. Yo soy muy amante del básquet y me gustan los desafíos, crecer y el Ricardo Gutiérrez es un club que tiene muchos años, que en el año 98 jugó liga nacional. O sea, es un club fuerte que hoy compite en la Liga de Pergamino y la verdad que es un desafío importante”.
¿Cómo están siendo estos primeros días en tu nuevo club?
“Todavía me estoy familiarizando con la institución, estoy conociendo su historia, sus prestaciones, su rol en la comunidad. El 20 de enero iniciamos la pretemporada de cara a lo que va a ser el torneo y de a poquito me estoy conociendo con los jugadores y ellos están conociendo mi filosofía de entrenador. Estamos planteando objetivos para para este año y la idea, en principio, es formar algo parecido lo que pasó con el Tempestad, un equipo que tenga las convicciones claras, que sepa qué quiere y donde tiremos todos para el mismo lado. Después, a medida que pasa el tiempo, veremos qué pasa con los resultados”.
¿Cómo concebís hoy el rol del entrenador de básquet?
“Yo creo que el deporte en sí es hermoso de donde lo mires, sea fútbol, básquet, cualquier deporte. En este caso, en el básquet un entrenador tiene que ser idóneo en la materia y no dudar de sí mismo. Hoy en día, en este nuevo paradigma que atraviesa el rol, el entrenador ya ya tiene un ida y vuelta con los jugadores que va mucho más allá de lo técnico, entendemos que el jugador es un ser humano que tiene emociones, que a veces hay que comprenderlas y ayudarlo. Entonces uno no tiene solo un rol táctico o técnico sino también humano con el equipo”.
¿Qué significa para vos hoy el básquet, después de tantos años ligado a él?
“El básquet significa prácticamente mi vida, es parte de mí. Creo que después de la familia y algunas cuestiones personales, viene este deporte que para mí es un hobby pero también me permite desarrollarme como profesional y ser partícipe de algo. Me gusta mucho como dinámica de juego, para mí es algo fuerte y gratificante, y que a la vez también genera desafíos constantemente. Sin dudas, el básquet es mi vida”.