A las once y media de la noche del martes 24 de febrero de 1976, un grupo de personas encapuchadas y fuertemente armadas ingresaron en el domicilio de Abelardo “Cacho” San Pedro, ubicado por entonces en el barrio de Las Quintas, donde hoy está el barrio 23 de octubre.
En la vivienda de San Pedro se encontraban su madre, sus dos hijas menores, su esposa Magdalena Juárez y un amigo, Hugo Méndez, director del periódico de orientación peronista 17 de Noviembre.
Méndez y el matrimonio fueron secuestrados, tabicados y trasladados a un galpón, al que llegaron aproximadamente tras unos 15 minutos de viaje.
Cerca de la 1 de la mañana del miércoles 25, posiblemente el mismo grupo de personas armadas y con un modo de proceder similar, irrumpió en el departamento de Paulo Pelossi, situado en la calle General Paz entre Rivadavia y Bolívar.
Pelossi, que en esa época ocupaba una banca en el Concejo Deliberante en representación del gobernante Partido Justicialista, también fue detenido, encapuchado y conducido, presumiblemente, al mismo sitio que San Pedro, Juárez y Méndez. Según se dedujo más tarde y de forma extraoficial, el lugar clandestino de detención pudieron ser las dependencias del Aeródromo Provincial o del edificio de la Escuela Rural N° 14.
Prácticamente de manera simultánea los desconocidos allanaron la morada de Alberto y Mabel Mamani, que se encontraba embarazada de ocho meses. Está familia vivía en la esquina de Guido y Sarmiento, propiedad que aún conservan.
Alrededor de las 2 de la mañana el operativo armado se trasladó hasta la casa del Dr. Teodoro Domínguez, que según se conoció después, alertado de los extraños movimientos no se encontraba en el lugar.
Los enmascarados ingresaron al consultorio médico de Domínguez, situado en pleno centro de la ciudad, en la calle Don Segundo Sombra a pocos metros de la Plaza Ruiz de Arellano e interrogaron a su esposa, Ana María Smith, y a Elsa Rodríguez, que vivía en la misma vivienda.
Hasta los primeros días de enero de 1976 Domínguez se había desempeñado como Director del Hospital Emilio Zerboni.
Tras ser maltratados, golpeados y duramente interrogados, los secuestrados fueron liberados durante las primeras horas de la mañana siguiente.
Nunca hubo un reporte policial oficial sobre estos hechos por lo que quedó la sensación que a lo largo de varias horas el pueblo fue una “zona liberada” que permitió el accionar de este grupo de violentos, presumiblemente, una fuerza parapolicial, de las muchas que operaban activamente por ese tiempo, procedente del cuartel militar de San Nicolás.
Días después el semanario La Gaceta publicó un informe de lo acontecido, que incluyó el testimonio de las víctimas. Todas coincidieron en los términos de lo relatado.
En sus escuetas declaraciones, todos manifestaron que en el interrogatorio se les preguntó por una supuesta cercanía a la Organización Montoneros, declarada como clandestina y fuera de la ley desde septiembre de 1974, por sus críticas al gobierno del Intendente Tapia y por su participación en la publicación 17 de Noviembre, un periódico peronista de circulación irregular pero de marcado tinte opositor al sector ortodoxo del partido.
Según versiones de las que no quedaron constancias ni registros escritos, solo el relato oral de algunos posibles testigos, Tito Domínguez, luego de escapar en un Ford Falcon por las calles oscuras de la ciudad junto a su amigo Martín Punte, se refugió en la casa de Don Carlos Tapia, en el popular barrio de la Plaza Gómez, quien ante la noticia de los sucesos se dirigió a la Comisaría para denunciar como máxima autoridad política lo que estaba ocurriendo.
El 16 de marzo de 1976 Punte renunció de manera pública a su afiliación a la Unión Cívica Radical, partido por el cual Domínguez era Senador Provincial suplente, cuestionando la actitud adoptada por el Comité, presidido por Mario Falivene, ante los acontecimientos del 24 y 25 de febrero.
La conducción del radicalismo local catalogó a lo sucedido como una cuestión propia del peronismo, que estaba atravesado por fuertes enfrentamientos internos.
Esa misma noche del 24 de febrero de 1976 otro grupo armado allanó en Capital Federal el departamento que Luis Perak, vecino de San Antonio de Areco, compartía con su señora Lucía Tomada. Estos permanecieron en cautiverio hasta los primeros días de marzo. Luego de lo ocurrido, el matrimonio se exilió en México. Ambos militaban en la agrupación juvenil peronista 17 de Octubre que en algún momento tuvo su unidad básica en Guido y Zapiola.
Esa cruenta noche de febrero fue la antesala de una práctica que se tornaría común durante la Dictadura Cívico Militar que a partir del 24 de marzo gobernó el país a sangre y fuego.
Luis Perak trabajo un corto tiempo en mi universidad, en el occidente de México.
Un hombre muy serio, capaz e inteligente.