Roberto «Beto» Sorchilli falleció el 11 de agosto de 1997. Tenía apenas 52 años y en ese momento llevaba un poco más de dos ejerciendo el cargo de intendente municipal en un tiempo marcado por una fuerte inestabilidad política e institucional.
Esa mañana de invierno, una multitud triste acompañó su último paso por las calles de la ciudad. Muchos vecinos salieron a las puertas de sus casas para saludar con respeto la marcha lenta de una caravana de autos que concluyó en el cementerio para la despedida conmovedora. Entre los oradores habló el Comodoro Juan José Güiraldes, que había acompañado con entusiasmo la breve experiencia gubernamental del naciente sorchillismo porque Beto había sido el protagonista estelar de un sueño efímero.
Si bien Beto militaba en el peronismo desde principios de la década del 70, integrando la juventud que acompañaba a Don Carlos Tapia, la construcción de su candidatura, su triunfo en las elecciones de mayo de 1995 y su ascenso al poder fueron vertiginosos.
En octubre de 1993 el peronismo había ganado los comicios de término medio, pero fue la muerte de Teodoro Domínguez lo que cambió tajantemente el panorama local.
En ese contexto nuevo, Sorchilli anunció públicamente sus intenciones de competir por la intendencia y emprendió una veloz carrera que en diciembre del 95 lo colocó en la Municipalidad.
En ese recorrido, Beto inauguró el Centro de Estudios Sociales y Comunitario Orlando Mario Pellegrini, que fue la base de reunión de muchos dirigentes de distinto pensamiento y diversa procedencia que elaboraron un plan de gobierno. Esto se sumó a las muy buenas relaciones que Sorchilli había sabido cosechar con las principales figuras políticas de la provincia de Buenos Aires: Juan José Mussi, José María Díaz Bancalari, Humberto Toledo (todos ministros de la gobernación) y Rafael Romá, Vicegobernador de Eduardo Duhalde.
En 1994, en medio de una frenética campaña pre electoral, Beto sufrió un accidente de tránsito que dejó definitivas secuelas en su salud. Este es un detalle no menor y para tener muy en cuenta en el desenlace de esta historia.
El 14 de mayo de 1995 fue un día de fiesta para el pueblo peronista. La popularidad de Sorchilli había alcanzado su punto máximo y el peronismo consiguió su primer triunfo en las urnas desde el retorno de la democracia. Beto era un hombre de los sectores humildes, del barrio de la Plaza Belgrano, de Villa Lía, que se fue haciendo bien de abajo. Fue un dirigente sencillo, sentimental, con una concepción política clásica, bien ortodoxa en una época, la mitad de los años 90, donde prevalecía la visión del mundo del menemismo, con su famoso 1 peso igual 1 dólar y la de un duhaldismo que pisaba firme en territorio bonaerense.
Pero en noviembre de 1996, antes de cumplir un año de gestión, comenzaron los problemas serios. El Concejo Deliberante, con mayoría opositora, impulsó el primer juicio político contra Sorchilli por la contratación de la cooperativa La Elisa para terminar las 42 viviendas que faltaban del barrio 102 (hoy Presidente Perón), obra que se concluyó. En esa etapa caliente se fracturó el frente interno del gobierno y Horacio Viganego, primero en la línea sucesoria, constituyó su propio espacio político debilitando sensiblemente la frágil unidad inicial del peronismo.
En el verano de 1997 el Concejo Deliberante suspendió otra vez al Intendente Sorchilli. En este caso por la irregularidad de las facturas presentadas para avalar la compra de pollos por una suma cercana a los $ 7000.
El 9 de mayo la mayoría de los concejales (la votación fue de 10 a 1) resolvió la destitución de Beto. El tema, de inédita gravedad institucional, derivó a los carriles de la justicia y terminó en manos de la Suprema Corte de la provincia.
En ese entonces se registraron otros dos sucesos que le dieron características más particulares aún a la compleja situación: la salud de Beto se agravó considerablemente y uno de sus hijos varones, Fabio, ganó con amplitud una elección interna de un Partido Justicialista dividido en tres fracciones que parecían irreconciliables.
Pocas horas después de la muerte de Roberto Sorchilli, la Corte confirmó la destitución. Con la mediación del Ministro de Gobierno provincial, Díaz Bancalari, la dirigencia política doméstica acordó las reglas de juego para establecer la sucesión y estabilizar la crisis política e institucional que había entrado en vigencia desde finales del año anterior.
Las elecciones del 10 de octubre de 1997 tuvieron un carácter extraordinario porque se eligió intendente para completar los dos años de mandato que habían quedado vacantes tras el fallecimiento de Beto. Fabio Sorchilli venció con holgura (por 800 votos de ventaja) al postulante radical Norberto Campodónico y el 27 de noviembre, con 28 años recién cumplidos, se convirtió en el mandatario más joven de la historia de San Antonio de Areco.
En esa primavera del 97, gran parte del electorado le dio a Fabio la posibilidad de completar el camino que había iniciado su padre. Fue la manera que la mayoría del vecindario eligió para expresar lo que le parecía más justo.