Hace exactamente 20 años, el lunes 8 de abril de 2002, los trabajadores de salud del municipio montaron una carpa, con olla popular incluida, en la esquina del hospital Emilio Zerboni en reclamo del pago de salarios atrasados. La medida de fuerza, que con esta modalidad se extendió hasta el viernes 22, contó con el apoyo de los empleados del corralón, del Sindicato de Trabajadores Municipales y de ATE.
Juan Magdalena, Titina Hurtado, Néstor Melgarejo y Francisco “Pancho” Tapia eran los principales dirigentes del Sindicato, en tanto que Cecilia Ludovico, Luis Lastre, Manuel Fiorante y Susana Waridel eran los delegados más activos de ATE.
En ese momento, la administración de José Cames le debía a los casi 500 empleados de la Municipales (sin contar ni médicos ni docentes) el pago de los sueldos de febrero y marzo, por lo tanto la situación, a la salida de la convertibilidad, se había tornado sumamente crítica.
En el orden local, la renuncia masiva de funcionarios había desmoronado la composición del gabinete de gobierno de la Alianza conformada por la Unión Cívica Radical y el FREPASO y recién a principios de marzo Horacio Viganego se hizo cargo de la Secretaría de Hacienda con la intención de pilotear la tormenta cuando crecían los índices de inflación y los ingresos de la Municipalidad caían sin encontrar su piso.
Además los médicos del Hospital Zerboni también estaban en conflicto con el intendente porque el Concejo Deliberante sancionó la recordada Ordenanza 2500, una especie de reglamento interno del funcionamiento del nosocomio, impulsada por el Dr. Favio Crudo, por entonces co-director del mismo.
A veces la historia parece tener un desarrollo circular porque algunos hechos y sus protagonistas se repiten a pesar del paso del tiempo.
Si bien la carpa se levantó después de la intervención del Ministerio de Trabajo, de la entrega de una parte del dinero adeudado y de la confección de un plan de pagos, los municipales siguieron movilizados y a principios de agosto el clima se volvió a poner muy tenso cuando la deuda se agrandó porque incluyó los meses de junio y julio, la ayuda escolar y el aguinaldo.
Durante la última semana de agosto de 2002 y tras la vuelta de Cames a la intendencia (se había tomado licencia y en su lugar asumió en forma interina Eduardo Jordán por espacio de un mes y medio), el paro de actividades de los trabajadores fue total ya que también se sumaron los de la administración, que hasta esa fecha se habían mantenido cumpliendo sus tareas y alejados del resto de sus compañeros.
Finalmente, el 28 de agosto, horas después de una nutrida y ruidosa manifestación de empleados en el patio de la municipalidad, José Cames presentó la renuncia al cargo de Intendente Municipal porque entre otros motivos ya no tenía respuestas ni políticas ni económicas que ofrecer. El sueño del Areco diferente había llegado a su fin consumido por la versión doméstica de la crisis económica, política y social de comienzos del siglo XXI, que tuvo sus condimentos propios.