El médico psiquiatra Luis Giménez profundizó en el análisis de los comportamientos sociales en esta  etapa histórica que denominó como neoliberal conservadora con rasgos aristocráticos que ha desorganizado la marcha de la sociedad en favor de la concentración económica y de la defensa, con avaricia, de determinados intereses sectoriales generando a su paso desigualdad, indiferencia y falta de equidad.

En este nuevo encuentro con Días de Areco, Giménez, que es especialista en salud pública, planteó la necesidad de buscar una nueva forma de organización social a partir del Estado con la premisa de reconocer al prójimo, al otro, como a un igual.

¿Por qué razones piensa que estamos viviendo en un contexto de desigualdad y falta de equidad?

“Vemos como en esta etapa donde prepondera un neoliberalismo conservador se da como una especie de regresión histórica donde los principios de igualdad y equidad se van perdiendo pero a la vez aumentan los comportamientos individuales y sociales preocupantes que tienen que ver con la violencia, con la indiferencia y con la naturalización de la crueldad. Esta crueldad está relacionada con que ya no hay un adecuado registro del prójimo porque ya se perdió el respeto y el cariño por el otro. Por lo tanto estamos viendo una realidad muy difícil sobre la que debemos pensar. Solo pensemos qué está pasando con los chicos, con la infancia, con los niños y niñas que están mal nutridos, desnutridos. Ahí es donde también se observa la crueldad de un sistema y la indiferencia de muchos”.

¿En el comportamiento actual de la sociedad donde impera el neoliberalismo también hay indiferencia?

“Este es un momento difícil, gris, a veces pesimista, de una etapa que como dije recién podemos llamar como de neoliberalismo conservador y le podemos agregar también aristocrático que genera una desigualdad de base por lo tanto esos comportamientos crueles o indiferentes no tienen un señalamiento desde afuera como pasaba hace 20 o 30 años atrás. Yo diría que hay comportamientos crueles en sí mismos en medio de un proceso de deshumanización del prójimo pero también están los comportamientos que son productos de la indiferencia donde el aparato psíquico de la persona queda como colapsado, sin capacidad de reacción después de haber vivido una cadena de traumas que lo afectaron. Esa traumatización no solo crea indiferencia sino que produce una especie de repliegue narcisista donde la persona se mete para adentro como en una autodefensa para tratar de evitar un sufrimiento mayor”.

En conversaciones anteriores usted habló también de la depresión social…

“Luego está otro gran sector de la población que vive un estado existencial que es la depresión, la tristeza y esto hace que la gente ya no tenga voluntad. Esto no solo pasa en Argentina sino que tiene un carácter universal y vemos que las personas ya no tienen capacidad de reaccionar a través de su voluntad. La voluntad es una parte fundamental del ser humano, que es nuestro motor junto al deseo, pero es un motor que está alterado y deteriorado. Entonces pasamos todos a ser cosa en un mundo donde el poder económico está sumamente concentrado en pocas manos. Pasamos a ser cosas en medio de los negocios que hacen estos grupos concentrados que nos llevan a un estado de una democracia degradada, con instituciones debilitadas y manejada por los dueños del dinero con la finalidad de instalar una plutocracia. Esos poderosos, obviamente, tienen intereses personales reforzados por un comportamiento de avaricia. Esto lleva a que no solo haya un estado de pobreza y de desigualdad, que se va agudizando y en algún momento va a producir una crisis muy seria porque este modelo neoliberal produce tres tipos de inseguridades que también la podríamos agrupar en tres áreas: la inseguridad jurídica, la inseguridad social y la inseguridad personal”.

¿Cómo son estos tres tipos de inseguridades que usted plantea?

“La inseguridad jurídica la estamos viendo y se ve en otros lugares del mundo, cómo determinados sectores del poder judicial son cooptados y manejados por estos poderes económicos. Leía en estos días que en España pasa algo similar a lo que ocurre en Argentina. A la inseguridad social la conocemos, la palpamos todos los días y después la inseguridad personal es la que lleva a las personas a sentir como un desamparo interno. Esto es algo grave y muy riesgoso porque la gente siente que además de ser pobre y débil porque no tiene la manera de alimentarse ni tampoco tiene acceso a los sistemas de salud universales. Como vemos, el neoliberalismo desorganiza la sociedad. Esto es grave y se ha visto a lo largo de toda la historia de occidente”.

¿Qué alternativa ve ante este panorama?

“Tenemos que buscar la manera para que los estados vuelvan a establecer un determinado orden pero que sea un orden consensuado, con una participación ciudadana para que haya un mayor equilibrio y una mayor equidad. En la pandemia vimos la importancia del rol del Estado y sus funciones pero ahora ese Estado queda débil y es cooptado por los intereses de los poderosos. Entonces hay que pensarlo en función de la comunidad porque el Estado no puede seguir tal cual está hoy, en crisis. La lucha política debe ser por el bien común de la gente y no solo por el poder. Creo que hay que pensar un Estado en relación con una comunidad organizada, con la participación de las organizaciones empresarias, comerciales, gremiales, científicas, universitarias y con los movimientos sociales más representativos para aprovechar sus experiencias históricas. Este debería ser un modelo de organización superior de la comunidad con algunas premisas centrales como es ver al prójimo, a los demás, al otro, como a un igual”.

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